El baño de sangre que provocó Nikolas Cruz en la escuela secundaria de Parkland, Florida, le puede costar muy caro. El asesino múltiple enfrenta 17 cargos por homicidios premeditados y podría ser condenado a muerte, algo que contempla la ley de ese estado.
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En las últimas horas el tirador fue trasladado a la prisión del condado de Broward. Allí llegó con la bata que le dieron en un hospital, adonde lo atendieron por falta de aire luego de la masacre.
Horror premeditado
El joven compró su fusil AR-15 con el que disparó a los alumnos de la escuela durante el 2017. Pagó 500 dólares y pasó el débil examen de antecedentes sin problemas: básicamente, mostró el documento de identidad.
Desde ese momento se dedicó a planificar la masacre. Se inscribió en un curso de entrenamiento militar y pensó el paso a paso que siguió al ingresar al colegio, del que había sido expulsado. Primero activó la alarma de incendios para que los alumnos salgan en masa y tener múltiples víctimas.
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Luego de las trágicas ráfagas de tiros, se camufló entre alumnos que escapaban desesperados, pero no pudo salir con la suya: las cámaras de seguridad lo identificaron y más tarde fue detenido por las autoridades.