Lejos de ocultar el verdadero calvario con los opiáceos a los que se sometió Madelyn O’Neill, su hermana Kate decidió publicar un desgarrador pero sincero obituario en un diario local de Florida, Estados Unidos. Maddie como era conocida, murió a los 30 años por sobredosis: desde los 16 que había comenzado a consumir y rápidamente se volvió adicta.
“Es imposible describir a una persona en un obituario y, especialmente, a alguien cuya vida adulta se definió por la adicción a las drogas. Para algunos, Maddie era solo una adicta. Cuando se enteraron, dejaron de verla. Y fue una verdadera pena para ellos, porque ella era divertida, afectuosa, audaz y resiliente. Hablaba con todo el mundo y tenía una forma particular de cautivarte cuando conversaba con ella”, así comienza el obituario que escribió Kate en representación de la familia.
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Con el objetivo de alentar a otras personas que sufren adicciones, reflexionó sobre los difíciles momentos que atravesó Madelyn: “Un adicto tiene el mismo trabajo duro que requiere la vida normal. Pero para ellos es mucho más difícil, porque intentan levantarse para obtener dinero para drogarse”.
Por eso, insistió en que las personas con esta enfermedad requieren de mucha contención. “Sepan que cientos de miles de familias que perdieron a alguien por esta enfermedad están rezando y apoyándolos. Sepan que creemos con todo nuestro corazón que lo lograrán. Nunca es demasiado tarde”, insistió Kate.
Madelyn O’Neill era mamá de un pequeño de cuatro años, Ayden, y a pesar de todos los intentos por salir adelante y cuidar a su hijo, recayó y perdió la custodia. “Creímos, como siempre, que superaría su enfermedad y tendría la vida que merecía”, recordó su hermana con profundo dolor.