No sucede a menudo, pero Lee Jae Yong sí sabe lo que es la reclamada igualdad ante la ley. El heredero del imperio Samsung y actual vicepresidente fue detenido en las últimas horas y enviado a una celda común y corriente.
Se lo acusa de pagar sobornos, malversar fondos y ocultar activos en el exterior. Además, está sospechado de obtener dinero de hechos delictivos. Las causas involucraron a la presidenta del país, Park Geun-hye, que fue apartada del poder en diciembre pasado.
De vivir en una mansión de cuatro millones de dólares y disfrutar de una fortuna de unos 6.200 millones de dólares, Jay Lee -como se conoce popularmente al empresario de 48 años- está hoy en una celda de 6,5 metros cuadrados. Duerme en un colchón en el piso, con un inodoro en el rincón y no posee ducha.
Por seguridad, permanece aislado de los otros presos de la cárcel de Seúl. Solo puede recibir visitas de 30 minutos y hablar con ellas a través de un vidrio. Otro dato llama la atención: apenas le permiten hacer 30 minutos diarios de ejercicio. Si ensucia su ropa, se la debe lavar solo.
En cuanto a las comidas, el menú es principalmente arroz blanco y alcanza un valor diario de 1,26 dólares. Se lo sirven en platos plásticos a través de un orificio en la celda.
En 10 días, la Justicia resolverá si lo procesa. Mientras tanto, puede pasar el tiempo con uno de los pocos beneficios, ver televisión de 8 a 16. Le habilitan un canal: el del Ministerio de Justicia surcoreano.