El pequeño sufre desnutrición severa y fiebre. La enfermedad lo redujo a una osamenta cadavérica y ojos hundidos. Perdió la audición y no habla. Se mantiene vivo gracias a los medicamentos que le suministran en el hospital de la revolución de Hodeida, a unos 80 kilómetros de su hogar.
El padre de Salem tiene otros siete hijos que también sufren de hambre. Otros dos fallecieron, por las pestes que azotan esta zona de la tierra. Todos viven en una choza de pescadores que carece de todo tipo de servicios básicos.
Yemen tiene 26 millones de habitantes. No tiene ayuda humanitaria y según la ONU, más de 370.000 niños sufren malnutrición severa y la mitad de los habitantes de ese país tienen una esperanza de vida que no supera los 65 años.
En la zona, se libra una cruenta guerra donde la coalición liderada por Arabia Saudí lucha contra el grupo rebelde chií de los hutíes.