Pasadas las 9 de la mañana de este martes, el Papa Francisco llegó en un Volkswagen Gol con vidrios oscuros a Amatrice, la ciudad ubicada a 139 kilómetros de Roma.
Se trata de la localidad más golpeada por el trágico terremoto que, el 24 de agosto, dejó 300 muertos, más de 5 mil evacuados y numerosos daños en el centro de Italia.
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La llegada del Papa fue sorpresiva ya que no se avisó a ningún medio de prensa. Acompañado por el obispo de Rieti, Domenico Pompili, visitó una escuela prefabricada, construida después del sismo. Compartimos este informe de la agencia EFE:
"Sentí que tenía que venir hasta acá desde el primer momento. Estoy aquí para estar cerca de ustedes. Coraje, sigamos adelante", señaló el Santo Padre frente a decenas de niños y adolescentes que lo abrazaron.
Luego, se trasladó a la denominada "zona roja", el centro devastado de Amatrice donde sólo dejan ingresar a bomberos y rescatistas. Allí, rezó en silencio, frente a los escombros.
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El 28 de agosto, el Papa había asegurado que iría a las zonas afectadas "para llevarles de persona el consuelo de la fe, el abrazo del padre y hermano y el sostén de la esperanza cristiana".
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