La historia de Betty Grebenschikoff y Ana María Wahrenberg trata sobre una amistad que soportó 82 años separadas. La última vez que Betty vio a Ana María Wahrenberg fue en la primavera de 1939, cuando ambas tenían 9 años.
En víspera de la Segunda Guerra Mundial, se dieron el último abrazo en el patio de la escuela que compartían en Berlín. Sus familias debieron huir de urgencia, perseguidas por el nazismo. Ambas sobrevivientes del Holocausto se habían buscado una a la otra durante años, pero siempre fue en vano, ya que hasta cambiaron sus nombres.
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Hasta que uno de los indexadores de la Fundación Shoah USC -una organización sin fines de lucro creada por Steven Spielberg con en objetivo de recopilar y preservar el testimonio audiovisual de los sobrevivientes del Holocausto- notó similitudes en el relato de ambas mujeres y finalmente logró ponerlas en contacto.
De esa manera, Betty, instalada en Shangai, supo por primera vez con claridad lo que había sido de su entrañable amiga perdida de la infancia: en noviembre de 1939, Ana y su familia huyeron a Santiago de Chile, donde todavía vive.
El esperado reencuentro se llevó a cabo en un hotel de Florida. Ese abrazo será inolvidable para ellas. Las dos viudas aprovecharon para compartir cuatro días seguidos como durante la infancia. "Ya no somos aquellas niñas de 9 años, por supuesto, pero por momentos nos reíamos como si lo fuéramos”, relató sobre el encuentro Betty, totalmente emocionada.