Los mensajes de WhatsApp, para solicitar dinero y liberar a un hombre secuestrado en España, cruzaron el Atlántico. Los destinatarios eran los familiares argentinos de la persona que estaba retenida en contra de su voluntad. Después de realizar algunos pagos, la policía descubrió quién era el remitente que pedía rescate.
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Para sorpresa de todos, las autoridades de la ciudad española de León arrestaron al mismo individuo que, en teoría, había sido raptado. La investigación, impulsada por la denuncia de la familia, concluyó que se trató de un autosecuestro.
El detenido de 48 años enviaba audios y fotos a sus parientes por el "teléfono del extorsionador". En las comunicaciones decía que la estaba pasando muy mal. En las imágenes se lo veía con el rostro golpeado y lastimado. Todo era un engaño para que le giren euros desde Argentina.
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Alertados sobre el lugar de la próxima entrega, la policía local, en colaboración con sus pares de Argentina, la brigada española antisecuestro e Interpol, se ocultaron con disfraces en una sede del correo de la ciudad para dar con el o los presuntos delincuentes.
Después de un rato de espera, pudieron ver que alguien se llevaba el paquete con el dinero. Era la misma persona que simulaba su propio secuestro. Se le imputó el delito de extorsión y se le retiró el teléfono y 1.285 euros (unos 26.500 pesos).