Donald Trum, atribuyó desde un principio al régimen de Bashar al Assad el brutal ataque con gas sarín, que dejó casi un centenar de muertos -entre ellos, mujeres y al menos 20 niños- y prometió tomar medidas.
Por tal motivo, el presidente de Estados Unidos, ordenó el ataque con 59 misiles Tomahawk que destruyeron casi completamente la base aérea de Shayrat. Son misiles crucero de largo alcance, enviados desde destructores ubicados en el este del Mar Mediterráneo.
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Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), al menos cuatro soldados murieron por los bombardeos y decenas de personas resultaron heridas.
El ataque demostró un sorpresivo cambio de rumbo en Trump, quien criticó que Estados Unidos se haya involucrado en la guerra civil siria, cuando era candidato.
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"Les pido a todas las naciones civilizadas que se unan para que busquemos terminar con el derramamiento de sangre en Siria y para terminar con el terrorismo de todo tipo y de todos los tipos", declaró Trump ante la prensa al confirmar el envío de los misiles.
Se trata del primer ataque directo del país norteamericano a Siria desde que comenzó la guerra civil hace seis años. Esta decisión pone a Estados Unidos en un mayor riesgo de enfrentamiento directo con Rusia e Irán, dos países que apoyan a Assad.
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Este jueves, el gobierno de Turquía, donde realizaron las autopsias a las víctimas del ataque con gas sarín, confirmó que se utilizaron armas químicas.