Facundo Álvarez es de Villa Amancay, un pequeño paraje de Calamuchita donde la paz y la naturaleza –gran combinación- enamoran a cualquiera. Lo cierto es que el joven tomó un nuevo rumbo para su vida y dejó el pueblo unido a Amboy.
Desde hace un mes se animó a sumergirse en una nueva aventura. Vestido de gaucho, ropa que siempre lo caracterizó, partió hacia Egipto, el país de los faraones, para convertirse en petisero. Un día regresaba de San Luis cuando recibió el llamado de un amigo, quien le propuso viajar porque tenía un puesto de trabajo ideal para él.
Sin dudarlo, inició todos los trámites y dos semanas después del llamado se fue: “Se extrañan los amigos, dejé a mi novia a quien extraño, pero el tren pasa una sola vez y hay que aprovecharlo”, expresó en diálogo con Seguimos en El Doce.
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Ahora, Facundo está a cargo del cuidado de siete caballos profesionales del polo, de los 30 que hay en el lugar: “Viven en pesebreras, que están cuidados al 100 por ciento, tienen su comida y cuidado diario estricto”.
Sobre el cambio radical de cultura e idiomas, el joven contó que un amigo le enseña y con eso “la pilotea bien”. “La primera impresión al llegar fue salir del aeropuerto y la oleada de mucho calor. Fue un cambio muy grande. Es un país con mucha religión y siempre el respeto y buen trato es primordial”, manifestó.
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