Jacqueline Zinn murió a los 56 años, luego de que le diagnosticaran glioblastoma, un cáncer cerebral. Cuando le quedaban unas semanas de vida y después de someterse a cirugía, radiación y quimioterapia, comenzó a planificar su muerte y lo que vendría tras su ausencia en este mundo.
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Fue así como organizó un emotivo, detallado y eterno regalo a sus cuatro hijos. Zinn quería estar presente en cada etapa de la vida de ellos. Por eso durante semanas, las noches se volvieron largas: sentada sobre una silla de ruedas, con una parte de su cuerpo paralizado y con una caligrafía cursiva perfecta, escribió cartas a cada uno para que las abrieran en los momentos indicados.
Jerry, su segundo hijo, que en ese entonces tenía 19 años, recibió su última carta a los 24: era por su casamiento. “Las cartas que mi madre me dejó están entre los regalos más preciados que poseo”, aseguró. “Con diligencia se tomó el tiempo, el tiempo muy limitado, cuando su vida estaba llegando a su final, para sentarse y pensar en el futuro de sus hijos”, agregó orgulloso de Jacqueline Zinn.
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Acá, parte del primer mensaje que leyó tras la muerte de su madre:
"Querido Jerry, mi cineasta en ciernes: Sé que tienes muchas emociones en tu cuerpo, como cuando murió mi padre, pero yo era mucho mayor que tú en ese momento, así que realmente no puedo comenzar a comprender realmente lo que estás sintiendo. Siento muchísimo haber tenido que morir siendo tan joven y supongo que es una mierda para ti. Tal vez puedas usar algunas de estas emociones y sentimientos en tus próximos trabajos, asumiendo que continúas queriendo hacer una película (...) Amo más de lo que nunca sabrás, mi querido Jerry".