Una joven de 20 años murió asesinada a balazos cuando iba a una fiesta en la zona rural de Hebro, un pueblo del estado de Nueva York, Estados Unidos.
Iba en un auto con su novio y dos amigos, y se metieron en una casa equivocada, lo que le costó la vida ya que el dueño de la propiedad los recibió a tiros. Uno de los impactos dio en el cuello de la víctima, Kaylin Gillis, que murió desangrada.
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Kevin Monahan, de 65 años, lanzó dos disparos con su escopeta calibre 12 y terminó con la vida de la chica. "Mi amigo dijo: ‘Están disparando, vámonos’. Traté de pisar el acelerador lo más rápido que pude, y fue entonces cuando se produjo el disparo mortal”, contó el novio de la fallecida, Blake Walsh, al canal NBC.
La mala iluminación, la poca señal de celular y la insuficiente señalización conspiraron para que el grupo de amigos terminara en la casa de Monahan. “Tan pronto como nos dimos cuenta de que estábamos en el lugar equivocado, comenzamos a salir, y ahí fue cuando sucedió todo”, agregó Walsh.
Los jóvenes llevaron a la chica malherida hasta la localidad cercana de Salem, en donde fue atendida por personal de Emergencias, que no pudo salvarla.
Una vez que la Policía llegó hasta la casa de Monahan, tardó alrededor de una hora en salir a dar explicaciones y ser detenido. De acuerdo al abogado del tirador, Kurt Mausert, su defendido "no sabía que las balas que disparó habían alcanzado a alguien y no tenía idea de por qué la Policía estaba en su propiedad".
En diálogo con New York Times, el letrado expresó que la llegada de los vehículos “ciertamente provocó cierto nivel de alarma en un señor anciano que tenía una esposa anciana”. Y agregó que su cliente "lamentó sinceramente la tragedia".