Dicen que, muchas veces, la realidad supera a la ficción. Y la historia de la australiana Aminah Hart parece sacada de un cuento, una novela o una película.
Su primer hijo, Marlon, falleció a los 4 meses. Su segundo, Louis, a los 14 meses. Ambos nacieron por una extraña enfermedad genética que los médicos le descubireron tras la segunda pérdida. El mal, llamado Miopatía centronuclear, era provocado por ella misma. Los bebés eran de padres diferentes y ninguno de los dos matrimonios pudo sobrevivir a la terrible pérdida de un hijo.
A los 42 años, Aminah estaba soltera, sin hijos y envuelta en una terrible depresión. Ella siempre se había imaginado siendo madre. Y sabía que había una probabilidad de un 25 por ciento de que otro hijo naciera con el mismo problema. Sin embargo, decidió arriesgarse y buscar un donante de semen.
En 2011, eligió la donación de esperma de un hombre llamado Scott Andersen. A los nueve meses, nació Leila, una niña sana. Dos años después, la madre de Amina, le recomendó que busque al padre de la nena para que la criatura lo conozca. Al poco tiempo, se conocieron y Aminah comenzó a llevar a su hija a verlo cada tanto.
Pero, la atracción no fue sólo entre la hija y su padre. Aminah y Scott comenzaron a salir. "Nos enamoramos. Fue surrealista, una experiencia increíble", le dijo ella a la prensa. Ahora están comprometidos. El drama terminó con un final feliz.