Daryll Rowe, de 27 años, oriundo de Edinburgo, se enteró que era portador de VIH en abril de 2015. Desde ese momento, se negó a tomar medicamentos anti-retrovirales y comenzó a llevar a cabo un plan macabro, perverso y horroroso.
Se mudó a Brigthton, una ciudad del sur de Reino Unido, donde siguió trabajando como peluquero. Pero en medio de la bronca por su enfermedad, empezó a concretar citas sexuales con otros hombres a través de una aplicación conocida como Grindr.
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Estaba fuera de sí y ya nada le importaba. Lo único que tenía en su mente era alcanzar su objetivo: no ser el único portador del virus. Fue así que en esos encuentros con sus amantes gays, no se cuidaba con preservativos para contagiarlos: infectó a cinco hombres e intentó hacerle lo mismo a otros cinco.
Su primera víctima, quien fue diagnosticada con SIDA luego de tener sexo sin protección con el peluquero, confesó ante la justicia británica que Rowe se volvió violento y le mandaba mensajes de texto muy escalofriantes: “Quizás tengas fiebre. Acabé dentro tuyo y tengo HIV. ¡Hahaha! ¡Ups!”.
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Pero eso no fue lo único que hizo el joven. A las siguientes víctimas las engañó: les mostró que se ponía el preservativo y los saboteó al momento del acto sexual. Sus amantes lo denunciaron y luego de que los investigadores reunieran pruebas contundentes, lo arrestaron en diciembre de 2016.
Ahora, el juez de la Corte de Lewes Crown lo sentenció y Daryll Rowe podría enfrentar la prisión perpetua. “Es la primera vez que una persona fue acusada y condenada por haber infectado de manera deliberada a otros con HIV. El veredicto de hoy es muy bienvenido”, aseguró uno de los investigadores del monstruoso caso.