“No quiero morir, pero sé que me va a pasar, no quiero que me entierre, quiero vivir más, quiero tener esta oportunidad”, fueron las palabras de una adolescente de 14 años que padecía un cáncer terminal y que usó para convencer a un juez de Reino Unido.
Así comenzó la carta que le escribió para que sometan su cuerpo a una técnica que no tiene respaldo por los científicos: criopreservación. La joven deseaba que, después de su muerte, sea expuesta a temperaturas extremadamente bajas para conservar sus tejidos y órganos, con la ilusión de revivir.
El caso fue resuelto por la Corte, que le permitió a la menor tomar esa decisión. “Me conmovió la forma valiente en la que ella se enfrentó a su predicamento”, dijo el magistrado. Después de su deceso, fue congelada en los Estados Unidos, donde dos organizaciones se dedican a realizar esta polémica técnica, con la esperanza de que en el fututo la ciencia logre revivirlos.
Este procedimiento, que debe comenzar tan pronto como la persona se encuentre legalmente muerta, le costó a la familia 46 mil dólares. Según relató el instituto estadounidense donde se lleva a cabo este método hay 143 cuerpos en reservorios y 1.400 interesados en todas partes. Telegraph aseguró que hay 350 personas congeladas en el mundo desde que se inventó en 1960.