Ante la mirada del todo el mundo, el príncipe inglés Harry y la actriz estadounidense, Meghan Markle dieron el sí, frente a cientos de invitados y millones de espectadores.
"Te ves esplendida, te extrañé", fueron las palabras con las que Harry de Inglaterra recibió a su novia, ahora esposa, el altar. Más de 100.000 personas llegaron a la pequeña localidad del oeste de Londres, para vivir de cerca la boda real.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia anglicana, tomó los votos matrimoniales a los novios.
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Horas antes de la boda, la reina Isabel II de Inglaterra nombró a Harry duque de Sussex, conde de Dumbarton y barón de Kilkeel, respectivamente, un título nobiliario inglés, escocés y norirlandés, como manda la tradición y que ahora comparte con Markle.
Después de la polémica por la ausencia del padre de Meghan, Thomas Markle, ella recorrió prácticamente sola todo su camino hasta el altar de la capilla Saint George del castillo de Windsor.
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Markle llevaba un vestido blanco diseñado por la británica Clare Waight Keller para Givenchy, con velo y el pelo recogido con una tiara, y se tomó del brazo de su suegro, el príncipe Carlos, a muy poca distancia del altar.
La ceremonia comenzó a las 12 (8 en la Argentina) y duró cerca de una hora y se ajustó a las tradiciones de la Iglesia de Inglaterra, aunque también tuvo un toque diferente, como el coro de gospel que cantó "Stand By Me", y el sermón de un pastor estadounidense.
Concluida la sorprendente y emotiva ceremonia en la capilla, Meghan y Harry salieron de St. George como marido y mujer para saludar a los fans y hacen el tradicional desfile.
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Luego del desfile, los novios y 600 invitados participarán de la recepción en el castillo de Windsor y posteriormente de la fiesta en Frogmore House, más íntima, para 200 personas.