La pequeña Amel nació en un hospital de la ciudad siria de Alepo. Su nombre significa Esperanza y le hace honor a lo que significa este nacimiento.
La beba llegó la mundo horas después de que la casa donde estaba su familia fuese víctima de un bombardeo. Y al nacer se dieron cuenta que tenía una esquirla incrustada en su frente.
Su madre Amira logró llegar la hospital con heridas en su rostro y en su cuerpo. Sus otros tres hijos también fueron atendidos con distintas lastimaduras.
Según los médicos, la madre "parecía triste y confusa" y "sangraba por varias partes de su cuerpo, incluido el vientre". Por eso, decidieron realizarle una cesárea de emergencia. Allí se encontraron con la sorpresa de que la metralla había traspasado el cuerpo de la madre para incrustarse en el de la niña.
"No sabemos si la niña salvó a la madre o fue la madre la que salvó a su hija", dijo uno de los médicos a la cadena CNN. "Aún no había nacido y ya era un objetivo. Espero que tenga un futuro mejor", dijo otro de los doctores, de la Asociación Médica de Sirios Expatriados (SEMA).