El gobierno no le quedó servido en bandeja. Para alcanzar la mayoría que le permita asumir la presidencia de la Generalitat tendrá que acordar con alguna de las dos principales fuerzas independentistas o con el Partido Popular (PP) y con algunas fuerzas más.
Aún con las complejas negociaciones que tiene por delante, el gran ganador de las elecciones en Cataluña fue Salvador Illa y el Partido Socialista Catalán (PSC). Por ende, el otro gran favorecido por el resultado es Pedro Sánchez, que habrá festejado hasta altas horas en La Moncloa la victoria que el brazo del PSOE en esa comunidad autónoma logró en las urnas.
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Que festeje el PSOE y Pedro Sánchez debería implicar que no tenga nada que festejar el PP y su líder, Alberto Núñez Feijoo. Sin embargo, pudo al menos respirar aliviado por no haber decrecido en Cataluña, sino lo contrario. Y como Vox pudo mantener su caudal electoral, a pesar de la desaparición de Ciudadanos en el Parlament, la visión españolista, o sea partidaria de mantener Cataluña dentro del Reino con capital en Madrid, es la vencedora.
Si el españolismo venció, el gran derrotado fue el independentismo. La suma de los votos obtenidos por los tres partidos que quieren sacar a Cataluña de España, Junts per Cat (jxC), Esquerra Republicana (ERC) y la CUP, quedaron muy por debajo del resultado que da la suma de los votos obtenidos por los partidos pro-españoles.
Si Núñez Feijoo no pudo festejar el crecimiento del PP en ese escenario tan políticamente adverso, es porque el resultado en gran medida desmiente sus afirmaciones sobre las consecuencias de la amnistía pactada por Pedro Sánchez con Carles Puidgemont y con los presos del “Procés”. Los partidos separatistas catalanes se debilitaron fuertemente, en lugar de fortalecerse como el PP y Vox decían que ocurriría como consecuencia del pacto de impunidad que Sánchez acordó a cambio de apoyo a su investidura.
Las fuerzas independentistas obtuvieron el peor resultado desde comienzos de la década de 1980, mientras que el PSC alcanzó su mejor resultado desde finales de los ‘90.
El triunfo socialista mostró que el independentismo no es mayoritario en Cataluña. Pero el líder de JxC y ex presidente catalán Carles Puidgemont, está dispuesto a mostrar menos escrúpulos que lo que mostró Sánchez al pactar con él para seguir en la Moncloa a pesar de haber perdido frente al PP en la última elección nacional.
Si el actual presidente siguió en el cargo aunque había obtenido menos votos que Núñez Feijoo, es porque canjeó votos a su investidura por impunidad en Cataluña y pacto con Bildu en el País Vasco. Ahora Puidgemont muestra que haber sacado muchos menos votos que Illa no le sugiere que lo más digno y respetable es permitirle al líder socialista formar gobierno, en lugar de lo que dijo que hará: intentar a como sea los acuerdos para volver a encabezar el gobierno catalán.
Los primeros balbuceos del derrotado ERC no hablan de dar al ganador la mayoría necesaria para que gobierne, sino que insinúa lo contrario, Sin embargo, el president saliente, Pere Aragonés, tendría que pedirle a su partido que apoye la investidura de Illa porque el líder socialista colaboró con él dándole gobernabilidad en estos años.
No está claro cómo quedará integrado el próximo gobierno. Lo que está claro es que los independentistas fueron derrotados por el españolismo y, por ende, actuarían miserablemente si no permitieran al PSC encabezar el próximo gobierno de Cataluña.