El reconocimiento que recibió Javier Milei en España terminó convertido en la distinción de la discordia. Este regreso del presidente argentino al país ibérico sacudió el tablero político español provocando ataques cruzados.
La iniciativa de la presidenta de la Comunidad de Madrid generó el enojo de Vox, el partido ultraderechista que venera a Milei y lo tiene como un aliado al que exhibe como un trofeo en el podio del conservadurismo más exacerbado.
La dirigencia de Vox coincide con Isabel Díaz Ayuso en muchas cosas, pero sabe que la líder madrileña no tiene planes de pasarse a sus filas sino de continuar quitándole votantes, como ya lo hizo en la comunidad autónoma donde se encuentra la capital española.
Desde hace tiempo, Díaz Ayuso merodea las fronteras de su partido con Vox. Eso la mantiene bajo sospecha en el Partido Popular (PP), cuya dirigencia no fue consultada ni avisada de la jugada de su popular dirigente madrileña. Núñez Feijoo y el resto de la cúpula del PP no salió a criticar la distinción a Milei, pero trascendieron los ruidos internos que provocó en el partido de la centroderecha.
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Por cierto también el gobierno español criticó duramente a Díaz Ayuso, acusándola de falta de patriotismo y de desleal con su país al premiar a un presidente extranjero que ha atacado de manera recurrente y muy agresivamente al jefe de Gobierno Pedro Sánchez. También denunció la ilegalidad de la distinción entregada a Milei, por violar el artículo 10 del reglamento de ese reconocimiento madrileño que debe entregarse a líderes extranjeros que lo merezcan cuando se encuentren en visita oficial a España, mientras que la del presidente argentino no es una visita oficial sino privada.
También el partido Más Madrid dijo que la distinción, antes entregada al líder opositor venezolano Juan Guaidó, al presidente ucraniano Volodimir Zelenski y al mandatario de Ecuador, Daniel Noboa, todos ellos de muy buena relación con Pedro Sánchez y con la coalición gobernante que encabeza el PSOE.
También en las visitas anteriores Milei cosechó más críticas que elogios entre los formadores de opinión pública que no se identifican con la extrema derecha, pero esta vez las críticas crecieron. Los reiterados viajes del mandatario argentino a España son vistos como un activismo invasor en el país ibérico. Sus discursos ensalzando a unos y denostando a otros en el escenario político español, constituyen una injerencia en los asuntos internos de ese reino.
Los elogios que recibe, sin bien altisonantes, no implican que esta política de activismo exterior de alto voltaje político deje saldo positivo a Milei. Mucho menos a la Argentina, por cierto.
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Díaz Ayuso hizo negocio político robándole el ídolo a la ultraderecha y usándolo como arma para atacar al gobierno centroizquierdista. Pero Milei sufrió el desaire de gestionar una audiencia con el rey Felipe VI que le fue negada, y que a su paso posterior por Alemania, el canciller Olof Scholz se negara también a tener con él una reunión bilateral, limitándose a saludarlo en un acto protocolar.
¿Por qué actuó así el jefe del gobierno alemán? Porque es socialdemócrata, como el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y porque, dijo, considera sumamente cuestionable los ataques personales del gobernante de Argentina al presidente español, al que llamó “cobarde” y “mentiroso”, además de acusarlo de impulsar “una política que causa miseria y muerte”. Como si eso no fuese suficiente, también ha llamado “corrupta” a la esposa del premier español, sin que Begoña Gómez haya sido imputada y condenada por corrupción.
No hubo críticas ni daños políticos colaterales cuando a la distinción que ahora le dieron a Milei, la Comunidad de Madrid se la entregó a Guaidó, a Zelenski y a Noboa.
Ahora sí los hubo, y bastantes.