Con la visita de la secretaria norteamericana de Seguridad, Argentina quedó más cerca de recuperar el acuerdo que en 1996 alcanzaron Carlos Menem y Bill Clinton. Ahora Kristi Noem daría su aceptación para que los argentinos vuelvan a poder entrar a Estados Unidos sin visa y permanecer hasta noventa días, por turismo o por negocios.
La buena sintonía que logró el presidente argentino y sus permanentes y desmesurados elogios al jefe de la Casa Blanca tuvo que ver con esta buena noticia, cuya entrada en vigencia aún no tiene fecha.
Sin duda, Donald Trump quiere tener un gesto favorable a Javier Milei, lo que no está claro es que tan favorable es para Argentina y para su economía. No necesitar visa para ingresar a Estados Unidos es en sí misma una buena noticia. Pero puede serlo mucho más si se trata de un primer paso hacia una relación que sea económicamente favorable para la Argentina.
Ahora bien, sin en lugar de un primer paso hacia un vínculo que le permita al país recibir inversiones productivas de Estados Unidos y tener un trato arancelario beneficioso para las exportaciones argentinas al mercado norteamericano, de lo que se trata es de un premio consuelo a las sobreactuadas adulaciones de Milei a Trump y también al ajuste con motosierra que lleva adelante el presidente argentino, las bondades de este acuerdo se restringirán sólo a eso.
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Es positivo poder ingresar a Estados Unidos sin visa, pero lo que necesita con urgencia la economía son grandes inversiones que generen puestos de trabajo y empujen la economía en dirección al desarrollo.
Con los argentinos yendo en masa a veranear a Miami, a visitar Nueva York y a jugar en el Disney World de Orlando, no ingresan dólares al país. Por el contrario, salen. El mejor acuerdo con Washington, hoy por hoy, sería que no se eliminen o se reduzcan significativamente los aranceles a los productos argentinos, para que puedan ingresar de manera competitiva al mercado norteamericano, y que Trump empuje inversiones productivas en Argentina.
Esos serían acuerdos mucho más fructíferos para el país que la posibilidad de entrar sin visa al gigante de América del Norte.

Pero el proteccionismo de Trump no promete esos beneficios tan necesarios para Argentina, mientras que sus guerras comerciales con China y con Brasil ponen sobre la economía argentina la “Espada de Damócles” de una gigantesca presión de Washington para que Milei reduzca al mínimo sus vínculos económicos con los dos principales socios comerciales del país. La eliminación de la visa no vale el alto precio de reducir la vinculación económica con China y Brasil.
Aunque la noticia en sí misma de un acuerdo como el que se anuncia, es positiva, falta ver que viene después. Y de paso tener en cuenta que Kristi Noem es la ejecutora de la brutal política contra la inmigración ilegal, que incluye la cacería a ciegas de latinoamericanos para ser deportados.
En muchos casos, los “cazados” por la funcionaría a la que llaman “cazadora de inmigrantes”, pasan días o semanas encerrados hasta que los liberan al quedar claro que no son ilegales. En otros muchos casos terminan deportados por no haber tenido la posibilidad de demostrar que están legalmente en suelo norteamericano.
De tal modo, no necesitar visa no conjura totalmente para los argentinos el riesgo de ser detenidos en esas cacerías a ciegas, por el sólo hecho de ser latinoamericanos.