Bolivia se acerca a un cambio drástico de escenario político, pero en el que los protagonistas siguen siendo de la clase política que lleva protagonizando la democracia de ese país desde hace largas décadas.
Samuel Doria será candidato a presidente por tercera vez. Quien las encuestas señalan como su más cercano competidor ha sido vicepresidente de Hugo Bánzer, a quién reemplazó en la presidencia tras su muerte, y ha sido candidato presidencial también en varias oportunidades.
Sólo el candidato mejor posicionado de la izquierda es una figura relativamente nueva. Al menos es joven. Andrónico Rodríguez tiene sólo 36 años, pero sus chances de entrar al ballotage se reducen desde la última semana.
Lo más curioso de esta elección es la forma en la que compite Evo Morales: el porcentaje que alcance el voto nulo determinará un nuevo amanecer o el crepúsculo definitivo de liderazgo.
No se dio por vencido ni aún vencido. Por eso su deceso político, si es que ocurre, se postergó hasta la hora del escrutinio. Ese momento dirá si el voto válido es la bala de plata que acabe con su “yihadismo” político al servicio de su propia ambición de poder, o si de las urnas sale una victoria inconcebible que empodere a Evo Morales, aunque sin devolverle la presidencia.
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El líder indigenista que le dio a la izquierda una larga hegemonía de dos décadas, con el entremés de Jeanine Áñez, fue también quien más conspiró y debilitó al actual gobierno izquierdista, encabezado por Luis Arce, dejando al MAS, el partido que lo hizo presidente tres veces, al borde de la extinción.
¿Cuál sería la victoria inconcebible de Evo Morales? Que el voto nulo se ponga a la par o supere los votos que llevarán a la segunda vuelta a los dos candidatos más votados. Sucede que, cuando se agotaron sus esfuerzos para poder postularse a pesar de la Constitución y las leyes electorales, el líder cocalero vio en las encuestas una tabla de salvación, no para su candidatura sino para su actuación en ese escenario electoral: el porcentaje de votos en blancos y votos nulos era muy alto. Entonces se apropió de esa franja de votantes y promovió el voto nulo.
De tal modo, si esos votos superan o se acercan demasiado a los dos más votados, seguirá siendo el hombre fuerte de la izquierda. Y con el camino despejado por lo que promete ser una catástrofe electoral para el actual presidente y archienemigo suyo, Luis Arce, cuyo pésimo gobierno, agravado por el sabotaje permanente de Morales, podría hacer perder al MAS su personería jurídica al quedar por debajo del 3%.
La joven promesa de la izquierda, Andrónico Rodríguez, también fue agresivamente denostado por Evo Morales, y su candidatura perdió fuerzas en la recta final pudiendo quedar en cuarto, quinto o sexto lugar, lo que marcaría el colapso de la izquierda en general.
Ese daño a la izquierda provocó Evo Morales desde su escondite en un lugar recóndito del Trópico de Cochabamba. Según las encuestas, no tenía chance de ganar, pero el ex presidente la empujó al abismo, del cual un “urnazo” del voto nulo sólo lo rescataría a él, no al espacio que lo llevó al poder durante 14 años.
Es al todo o nada, porque si los votos nulos quedan muy por debajo de quienes pasen al ballotage, también Evo Morales terminará sepultado bajo una montaña de sufragios, junto a Luis Arce, Andrónico Rodríguez y el MAS.
Si eso ocurre, la derecha regresará al poder, o bien con Samuel Doria Medina o bien con Jorge “Tuto” Quiroga.
Doria es un próspero empresario que se inició en la otra vereda, integrando el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y siendo ministro del gobierno que entre 1989 y 1993 presidió Jaime Paz Zamora, el líder de ese espacio político tras la muerte de su fundador, el general Juan José Torres.
Desde aquella izquierda, Doria Medina fue desplazándose hasta quedar en la centroderecha. En cambio Quiroga, su contendiente cabeza a cabeza en todas las encuestas, se inició y aún permanece en la derecha dura que surgió durante la dictadura de Hugo Bánzer, el general que derrocó a Juan José Torres y, probablemente, lo hizo asesinar en Argentina. Bánzer murió en la presidencia, esta vez conquistada en las urnas, y lo sucedió en el cargo durante el año que faltaba para concluir el mandato, el vicepresidente Jorge Quiroga, quién desde entonces lidera el partido banzerista Alianza Democrática Nacionalista (ADN).
La otra sorpresa que pueden dar las urnas, es que, como indican algunos sondeos, logre una tercera posición con aceptable caudal de votos Rodrigo Paz, el hijo de Jaime Paz Zamora, que lideró el MIR expresando un centro-izquierdismo liberal y terminó aliado con el ex presidente centroderechista Carlos Mesa.
Si Rodrigo Paz hiciera una buena elección logrando un tercer puesto cercano a los dos primeros, el progresismo de matriz liberal podría revivir tras dos largas décadas de vida vegetativa a la sombra del populismo izquierdista.