Julio Grondona tenía un anillo en su mano izquierda que decía “todo pasa”. La leyenda tenía un doble significado. Marcaba el poder absoluto que ostentaba en AFA y que él estaba por encima de todo. Pasaban los gobiernos, los presidentes, los gobernadores y él seguía dirigiendo los destinos del fútbol argentino.
Cuenta la leyenda que los dirigentes que entraban al despacho de Grondona en AFA debían besarle el anillo como símbolo de sumisión y lealtad absoluta.
Don Julio estuvo al frente de AFA 35 años y solo abandonó el poder cuando murió en 2014. A lo largo de más de tres décadas acumuló el poder absoluto y nadie se animó a enfrentarlo. Sólo una persona se animó a desafiarlo a elecciones y el resultado fue aplastante: 40 a 1 a favor de Grondona ante el exárbitro Teodoro Nitti en 1991.

La frase bíblica “nada nuevo bajo el sol” también puede aplicarse a la casa madre del fútbol argentino. AFA tiene una manera de construir poder donde no existe el disenso y el presidente maneja todo sin oposición alguna.
En 90 años de historia AFA tuvo 34 presidentes y solo cinco elecciones. Los presidentes se eligen a dedo y después acaparan el poder hasta su muerte.
La forma de gobernar del Chiqui Tapia no es nueva. Llegó a AFA en 2015 como representante de Primera C presidiendo Barracas Central. Fue ganando poder y tras el papelón de la elección fallida del 38-38 entre Tinelli y Segura fue nombrado presidente en una elección con 40 votos a favor y sólo tres abstenciones.
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Las elecciones en AFA son a mano alzada. El voto no es secreto y los demás presidentes le ven la cara al dirigente que se atreve a pensar distinto. Oponerse al poder puede interpretarse como una traición a la estructura de poder.
A finales de 2024 Andrés Fassi se erigió como el abanderado de una nueva manera de manejar el futbol argentino. Junto al presidente Javier Milei fue el principal impulsor del desembarco de las Sociedades Anónimas Deportivas en nuestro país. Verón en Estudiantes se sumó tímidamente pero luego su apoyo se diluyó tras una mala experiencia con capitales privados extranjeros.
En octubre del año pasado Chiqui Tapia fue aclamado nuevamente presidente de AFA y sólo Talleres votó en contra. El resultado fue contundente: 44 votos a favor, solo uno en contra (Talleres) y una abstención (Estudiantes que faltó a la cita).
Talleres redobló la apuesta, quiso impugnar la elección en la justicia y Fassi se enfrentó públicamente al presidente de AFA.
Un mes antes había acusado públicamente a Tapia de perjudicarlo tras la escandalosa eliminación ante Boca por Copa Argentina con pelea en el vestuario con el árbitro Merlos incluida.

Pasó el tiempo, el presente deportivo de Talleres cambió rotundamente y ahora pelea por no descender. Andrés Fassi se dio cuenta que su cruzada personal con el Chiqui le puede salir demasiado cara.
Ante ese panorama no le quedó otra solución que agachar la cabeza, pedir disculpas públicamente, besarle el anillo y jurar lealtad absoluta como hacían con Don Julio.
Mas allá de cualquier lectura, la marcha atrás de Fassi demuestra que no existe la oposición en el fútbol argentino y el que gobierna, al igual que los reyes, ostenta el poder absoluto.