En su discurso post victoria, el presidente Javier Milei recurrió al adjetivo “coloso”, que venía usando cada vez con mayor frecuencia, para agradecer a varios de sus colaboradores. El Coloso Sturzzenegger, los colosos Santiago Caputo y Karina Milei, etc.
En su habitual tono grandilocuente, todos eran colosos. Y la verdad es que, más allá de lo que se piense de Milei, no se puede negar que la magnitud de su victoria ha sido realmente “colosal”.
El amplio triunfo de sus candidatos en estas elecciones legislativas fue mucho más que un resultado electoral positivo: es la ratificación de que es probable que la Argentina esté atravesando un cambio de época.
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En palabras de Milei invitando a los opositores “a los que la suma de 1 + 1 les da 2” a acompañar reformas estructurales pendientes, hay un nuevo sentido común, una racionalidad económica que inesperadamente recibe apoyos mayoritarios.
La Libertad Avanza logró algo que muchos creían imposible hasta hace unos días: transformar el espíritu de bronca que encarnó su propuesta cuando llegó a la presidencia en una estructura política de solidez, una estructura capaz de completar un mandato pese a los múltiples intentos por impedirlo de la descomunal maquinaria partidaria construida por el kirchnerismo en torno al Estado.

En Córdoba, el respaldo al experimento libertario fue muy contundente, pese a la arriesgada apuesta a candidatos desconocidos. Y pese a que el justicialismo cordobés puso a competir al dirigente más valorado por el electorado provincial, el ex gobernador Juan Schiaretti.
Las opciones “del centro” cuando el kirchnerismo está del otro lado, como quedó demostrado en las elecciones provinciales bonaerenses, no tienen mucho espacio.


