Es raro que Trump muestre preocupación por algo que ocurra en África. También es raro lo que dijo sobre la violencia étnica que lleva décadas haciendo correr sangre en Nigeria. Nunca había dicho nada y ahora sorprendió diciendo que Estados Unidos podría “entrar en ese desacreditado país con toda la artillería”. O sea, habló de posibles acciones militares.
A la razón, o argumentación, de semejante plan, la dio el senador Ted Cruz al acusar al gobierno nigeriano de “ignorar e incluso facilitar el asesinato en masa de cristianos por parte de yihadistas islámicos”.
En síntesis, el gobierno de Donald Trump advierte que Estados Unidos podría atacar en Nigeria posiciones del gobierno (“por ignorar o incluso facilitar”) lo que describe como “asesinatos en masa de cristianos” por parte del otro objetivo que tendrían las acciones militares norteamericanas: el yihadismo islamista.
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En ese país del occidente africano, a la violencia étnica y religiosa la ejerce la milicia ultraislamista Boko Haram, una franquicia de Estado Islámico y el vandalismo que caracteriza a ciertas tribus fulanis, una etnia que se extiende por varios países de esa parte de África.
Boko Haram se opone a lo que califica de “educación occidentalizante”, acusando de esta “desviación inaceptable para el Islam” tanto a los cristianos como a los gobernantes y las dirigencias musulmanas que no imponen la sharía con rigor talibán.
Se oponen a que las mujeres reciban educación en escuelas y universidades, y repudian los programas educativos vigentes, razones por las que en el 2014 realizó un secuestro masivo de alumnas en una escuela del norte del país, para ser esclavizadas y vendidas en los mercados de esclavos que existen en el Sahel.
Los cristianos son la mitad de la población y los musulmanes la otra mitad. Los cristianos residen mayoritariamente en el sur, y gravitaron más sobre el poder cuando la capital estaba en la ciudad de Lagos, mientras que los musulmanes son mayoría en el norte y acrecentaron su influencia política desde que la capital se trasladó, en 1991, a la ciudad de Abuya.
Las etnias entre las que se dividen esos dos grandes grupos religiosos son: hausa (musulmanes), Igbo (cristianos) y Yoruba (cristianos y musulmanes).
Salvo algunas organizaciones cristianas con rasgos de fundamentalismo conservador, los testimonios sobre los crímenes del yihadismo y del bandolerismo fulani tienen víctimas musulmanas y cristianas casi por igual. Los ultraislamistas que actúan en Nigeria consideran a los cristianos como paganos y a los musulmanes de posiciones seculares como herejes, aborreciéndolos con tanta intensidad como a los cristianos.
Por eso llama la atención que Trump pusiera en la mira a Nigeria, expresándose como si sólo los cristianos fuesen masacrados por el yihadismo, o como si hubiese un genocidio en marcha contra los cristianos nigerianos, algo que nadie ha planteado.
Posiblemente, existan pruebas de que está ocurriendo un proceso sistemático contra el cristianismo en Nigeria, pero también es posible sospechar que la razón de la Casa Blanca para lanzar este discurso está relacionado a la derrota que sufrió el presidente conservador en la elección de alcalde de Nueva York, en la que apoyó al candidato que perdió frente al musulmán nacido en Uganda Zohran Mamdani.
Acusar de comunista al joven demócrata que ganó la alcaldía de La Gran Manzana no le funcionó al presidente. Por eso es posible que, de ahora en más, la religión de Mamdani sea el blanco de una campaña para impedir que su liderazgo carismático se expanda a nivel nacional y, si es posible, para debilitarlo también en el escenario neoyorquino.
La aparición de un duro desafiante musulmán puso a Trump a pensar cómo hacer para conjurar su fortalecimiento. Y es probable que se tiente con convertirse en el “cruzado” que sale a rescatar cristianos del enemigo más conveniente en este momento: los musulmanes.



