Este fin de semana comenzó una nueva era política en Bolivia. Ha finalizado la era hegemonizada por Evo Morales y Luis Arce, que gobernó dos décadas, con la breve interrupción que encabezó Jeanine Áñez, y ha comenzado la era liberal-centrista que preside Rodrigo Paz.
Aunque el descalabro económico dejado por el último gobierno del MAS obliga a un comienzo de mandato con medidas de shock, en lugar del gradualismo prometido, la idea del presidente Rodrigo Paz es transitar una vía que abandona el populismo izquierdista de Evo Morales y se diferencia del conservadurismo ultra-liberal de otros liderazgos en auge.
La voluntad popular dio vuelta la página en dos etapas. La primera vuelta le puso fin al populismo de izquierda, mientras que en el ballotage la voluntad popular eligió el centrismo expresado por el candidato del Partido Demócrata Cristiano, rechazando entregar el gobierno a la derecha ultraconservadora que postulaba al ex presidente Jorge Tuto Quiroga.
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De haber ganado Quiroga, Bolivia habría quedado alineada con el gobierno argentino. La propuesta económica del candidato derechista tomó muchos elementos de la agenda libertaria que expresa Javier Milei. En cambio Rodrigo Paz propone una tercera vía entre el populismo izquierdista de Evo Morales y el conservadurismo ultra-liberal del presidente argentino.
De la era del MAS, el nuevo gobernante propone respetar el Estado plurinacional, pero fortaleciendo la unidad del país representada en el escudo histórico y la bandera tricolor, y también poniendo fin al híper-estatismo y al ideologismo sectario del populismo izquierdista.
Con Rodrigo Paz, Bolivia virará hacia la economía de mercado, con una reforma del Estado que reduzca sobre todo el gobierno y que promueva la actividad privada reduciendo impuestos, facilitando el acceso al crédito y removiendo los obstáculos burocráticos y administrativos que perjudican a los emprendedores.

En ese punto está la diferencia con el reformismo conservador-libertario que tiene por exponente a Milei y con el reformismo conservador de Donald Trump. Con diferencias entre sí, los modelos de Milei y Trump tienen en común concentrarse en la dimensión financiera y en la inversión de las grandes empresas y de los mega-millonarios. Mientras que la consigna de Rodrigo Paz “capitalismo para todos” a punta a un esfuerzo centrado en multiplicar y expandir la actividad privada en toda la sociedad, incluyendo a las clases medias y bajas.
El eje en la política económica del nuevo gobierno de Bolivia no estará en los mega-millonarios, cuyas inversiones por cierto serán bienvenidas, sino en promover el emprendedurismo en todos los sectores de la sociedad.
La otra gran diferencia con lo que representan Trump y Javier Milei está en la posición frente al cambio climático. Los presidentes conservadores de Estados Unidos y Argentina son negacionistas del calentamiento global y promueven la deforestación, las energías basadas en hidrocarburos y el extractivismo sin cuidados medioambientales.
Por el contrario, entre los diez puntos que se comprometió Rodrigo Paz al asumir la presidencia, está la promoción de la energía sustentable y de la lucha contra el cambio climático.
Rodrigo Paz en la presidencia de Bolivia abre una expectativa novedosa. Al menos por su discurso y sus propuestas, su centrismo parece más cercano al centro-izquierdismo del chileno Gabriel Boric y del uruguayo Yamandú Orsi, que al conservadurismo ultra-liberal en auge. Los nudos gordianos que encontrará gobernando lo descentrarán, o bien hacia el populismo estatista que prometió superar, o bien hacia el derechismo que abraza a los megamillonarios y descuida el medio ambiente. Pero también es posible que pueda preservar el rumbo que se ha propuesto y que resume en la idea de un “capitalismo para todos”.



