El economista que inspiró la creación del BRICS y que acuñó esa sigla, está señalando errores y derivas en ese espacio geopolítico. Entre las fallas señaladas, está la incorporación de Argentina.
La opinión del especialista británico en mercado internacional de divisas Jim O´Neill es reveladora, precisamente porque él fue quien, además de acuñar el acrónimo, vio una potencialidad excepcional en cuatro países emergentes para levantar vuelo y alcanzar velozmente grandes alturas de desarrollo económico y tecnológico, si se coordinaban entre sí.
Siguiendo la lógica que se planteó O´Neill en un trabajo publicado en el 2001, en lugar de incorporar a la Argentina, o antes de hacerlo, el grupo BRICS debió sumar a México, cuya economía tiene, por su potencialidad y dimensión, rasgos más cercanos a los señalados en aquel momento a Brasil, Rusia, India y China.
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La respuesta a por qué se le abrió la puerta a la Argentina y no a México, muestra una señal de la deriva del BRICS. Brasil ve en México una competencia en el liderazgo latinoamericano. En cambio Argentina es más dócil y menos competitiva, a lo que se suma la buena sintonía de Lula con Alberto Fernández.
El razonamiento crítico del economista británico lo lleva también a preguntarse por qué no se incorporó a Indonesia y por qué se le abrió la puerta a Etiopía y no a Nigeria, país cuya economía ya ha superado a la sudafricana.
Las respuestas a estas preguntas planteadas por el ex presidente de Goldman Sachs Asset Management en el diario británico Financial Times, muestran las zonas grises en una alianza que al ampliarse muestra competencia entre los miembros fundadores para acrecentar su influencia dentro del espacio y usarlo como plataforma propia de poder global.
Poco antes, en diálogo con Bloomberg, Jim O´Neill había cuestionado como “extremadamente decepcionantes” los desempeños económicos de Brasil, Rusia y Sudáfrica desde el surgimiento de BRICS. Ahora que la economía china se desacelera, en parte por el agresivo intervencionismo que impuso Xi Jinping desde que acrecentó su poderío en la estructura de poder del gigante asiático, se suman interrogantes sobre la verdadera capacidad de las turbinas económicas que otorga pertenecer al BRICS ampliado.
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El Lula que adhirió al BRICS era más pragmático y los líderes de China y de la India que impulsaron la formación del grupo, los también pragmáticos Hu Jintao y Manmohan Sing, se planteaban el agrupamiento más en términos de plataforma económica que de bloque geopolítico.
Los cambios en esos liderazgos y lo señalado por el economista que sigue planteando al G-20, integrado por superpotencias y países emergentes, como foro óptimo para enfrentar los grandes desafíos globales, como el cambio climático, no implica que, para un país como Argentina, formar parte de BRICS sea una mala idea.
Aún con sus derivas y zonas grises, ese espacio puede dar buenas oportunidades económicas a un país como éste, lo que depende de tres cosas: que BRICS no se aleje de su idea original; que el ingreso tenga el mayor consenso en el arco político y económico nacional para que sea una política de Estado, y que los sucesivos gobiernos argentinos utilicen esa pertenencia con inteligencia, idoneidad y pragmatismo.