La recolección de residuos en la ciudad de Córdoba cada vez se presta peor, cada vez sale más cara y la decisión es mantener la situación así por los próximos años, cuando el mundo evoluciona y cambia en este tipo de prestaciones.
Las sospechas que todos tenemos sobre las causas de esta situación la concejala aliada del oficialismo, Laura Sesma, la puso en palabras esta mañana en Arriba Córdoba: “Para acabar con la basura en la ciudad, hay que acabar con la basura gremial, empresarial y política. La corrupción tiene un sentido amplio”.
“Voté creyendo que la gestión de Ramón Mestre estaba decidida a mejorar las cosas y la verdad es que las han empeorado”. No lo dice alguien de la oposición sino una exfuncionaria de esta administración.
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Desde la Municipalidad, hasta acá sólo hubo balbuceos explicando por qué las bolsas se acumulan por metros en las calles cordobesas.
Hasta acá, ningún intendente desde el regreso de la democracia acertó en el tema de la higiene urbana. Y fue pateando para el otro la solución de temas de fondos. La gestión de Ramón Mestre ha profundizado esta tendencia y le heredará a su sucesor unas condiciones de prestación arcaicas, del siglo pasado, costosas y nada habrá hecho respecto a temas de fondo como la disposición final de los residuos.
Pero el tema acá es: ¿se hacen mal las cosas por ineficiencia o por un interés económico ilegal? Sesma habló sin vueltas de “corrupción” con la complicidad político-gremial-empresaria.
Desde la Municipalidad, hasta acá sólo hubo balbuceos explicando por qué las bolsas se acumulan por metros en las calles cordobesas.
Mientras tanto, todo tipo de conjeturas y versiones circulan. Una de ella alude a un emprendimiento inmobiliario que compartirían integrantes del gabinete de Mestre y dirigentes gremiales del Surrbac.
Lo cierto es que algo huele muy en Córdoba. Y no necesariamente por lo que está dentro de las bolsas sin recoger, sino –tal vez– por lo que está afuera.