Redondeando, somos 46 millones de argentinos y no 47 millones y pico, como extrañamente se informó hace ocho meses, a horas de haberse realizado el Censo. Hay 1.282.704 habitantes menos que lo anunciado en mayo pasado. La nueva versión cierra más. Combina mejor con los datos de los censos 2001 y 2010 y el crecimiento esperado para éste. ¿Qué pasó antes? ¿Cuál fue el error de cálculo? ¿Dónde se supone que fueron a parar esos casi 1.3 millones de argentinos faltantes? Interrogantes abiertos.
El misterio central, quizás conectado con el anterior, viene del conurbano bonaerense. El distrito más poblado, La Matanza, casi no creció: pasó de 1.775.816 a 1.837.774. Se esperaba que en este censo la población creciera más de medio millón más. Como explicó el académico Federico Tiberti, la clave parece haber estado en el relevamiento de 2010. En aquella oportunidad, la cantidad de habitantes habría sido inflada artificialmente. Eran tiempos en que el Indec, organismo responsable de los censos, adulteraba todo tipo de datos. La sospecha entre analistas y opositores es que esa distorsión estadística posibilitó muchos millones extra del presupuesto estatal para ese distrito, bastión electoral del kirchnerismo.
Córdoba le saca más ventaja a su “competidora”. El segundo puesto en cantidad de habitantes ahora queda fuera de discusión. La brecha con Santa Fe se amplió con fuerza. Los casi 4 millones de Córdoba (para ser exactos, somos 3.978.984 de habitantes) se despegan de los 3.556.522 de la provincia vecina, tercer distrito del país. A grandes números, Córdoba estiró la brecha de 120 mil a más de 420 mil.
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El aumento poblacional más vertiginoso se registra en el Gran Córdoba y en las sierras. Si bien la tasa de crecimiento en toda la provincia es del 20%, hay picos superiores al 50%, como en el departamento Santa María (donde están Alta Gracia y Malagüeño), o cercanos a ese nivel, como en Calamuchita.
Con estos datos en la mano, Córdoba debería reclamar mayor presencia en el Congreso de la Nación, un ámbito donde la provincia está subrepresentada desde hace décadas, porque la Constitución ordena que las bancas de Diputados se asignen a los distritos en función de los datos de los censos y el Poder Legislativo esquiva hacer.