“Es más difícil desaprender que aprender”, comienza diciendo la abogada Mónica Ferreyra en una jornada de capacitación en El Doce sobre temáticas vinculadas a la problemática de género.
La frase es un sacudón al ego, a lo que creemos que sabemos, a lo que hasta ayer dábamos por cierto y es una manera de decir “acá están los nuevos paradigmas, esos que vienen a decirnos que hay mucha teoría y de que ya es hora de llevarla a la práctica”
Mónica Ferreyra es directora de la diplomatura en Prevención y Tratamiento de la Violencia en la Universidad Blas Pascal y titular de la Dirección de Género de la Municipalidad de Córdoba.
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Lo primero es lo primero dice el dicho y no se puede comprender la importancia de la perspectiva de género si no se va a aquello que los estados rubricaron, aceptaron como un compromiso ético y político como por ejemplo la “Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer”, más conocida como "Convención de Belém do Pará", la ciudad del norte de Brasil donde se firmó en 1994.
Ahí hay bases teóricas que en la dinámica diaria de la actividad periodística pocas veces nos detenemos a leer. Sin embargo, para un periodista debería ser tan importante como saber la Constitución Nacional.
De la mano a esta convención por supuesto va nuestra ley de protección integral de las mujeres, 26.485, de 2009.
¿Para qué?
Estamos en medio de una capacitación y Mónica se pregunta y se responde ¿Para qué hacemos esto? ¿Por qué es importante aplicar la perspectiva de género? “Si la justicia y la policía de Entre Ríos hubiese tenido capacitación en perspectiva de género, Micaela García, asesinada en 2017 por Sebastián Wagner en esa provincia, hoy estaría viva”.
La Ley Micaela establece la capacitación obligatoria en género y violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública, en los tres poderes del Estado. Si el periodismo se lo denomina “el cuarto poder”, no está nada mal que vaya de manera voluntaria al encuentro de estas miradas. Más bien, es lo que corresponde.
El otro día Hugo Rabbia, doctor en sociología me comentaba: “Hay tres grandes cambios sociales en los últimos 50 años: avance de la democracia, revolución tecnológica y revolución del género y las sexualidades”.
Cambios. Cambios. Cambios. La abogada mirándonos a los ojos dirá: “Estamos en una época bisagra, es lógico que cueste sacarnos mandatos que reproducimos inconscientemente y que entendamos que el feminismo es, según la Real Academia Española, el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”.
La charla se va por los caminos de cómo comunicamos lo que comunicamos, desde dónde lo hacemos y dónde estamos violando artículos de leyes ya establecidas. Porque no se trata de ser “políticamente correctos” sino que es una cuestión de actualización profesional. Y porque las palabras para el periodista son como un bisturí al cirujano. También podemos cometer mala praxis de los discursos.
Pero también entendemos, después de tres horas de charla, que capacitarse en cuestiones de género excede lo profesional, va más allá de la función periodística que tenemos diariamente, es entender que mejoramos como sociedad. Y a la sociedad.
Capacitarse es abrazar los errores para superarlos.