Basta. En diciembre del año pasado me tocó vivir una situación similar, cubriendo una manifestación en Casa de Gobierno. Hoy le tocó a mi colega Mercedes Ninci, en la cobertura del acto de la ex presidente Cristina Fernández en Comodoro Py. ¿Cuál es el elemento en común? Hacer nuestro trabajo periodístico de manera profesional e independiente.
La libertad de expresión es un derecho fundamental señalado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. De ella deriva la libertad de prensa, aquella que permite publicar las ideas sin censura previa. Paradójicamente, esa libertad se deteriora día a día, pese a que cada vez hay más medios de comunicación (interpretados como vías y no solo como soportes técnicos).
Sin dudas no faltarán aquellos que dirán que uno busca victimizarse o trascender por estos episodios (¿rating?). A tal punto que en mi caso llegaron a decirme “¡qué bien armado estuvo tu circo!" o "¡qué buena actriz que sos!”. No respondí a ese agravio ni a ninguno de los que padecí ese 29 de diciembre pasado.
Más allá de la agresión a Mercedes, a mí y a otros tantos colegas, lo más penoso es que haya gente -sea de la ideología que fuere- que lo justifique. Simplemente siento pena y tristeza por un país dividido donde el instrumento que se repudia (la mordaza de los años de plomo) es el mismo que se utiliza para silenciarnos.
Alguien tiene que decir basta.