¿Qué hubiera pasado si en vez de grabar un mensaje, Alberto Fernández hubiese dado una conferencia de prensa?
Aunque es imposible saberlo, probablemente se hubiera ahorrado la confusión sobre el alcance de los esperados permisos para hacer salidas recreativas.
Como un profesor que deja que sus alumnos se saquen las dudas, los periodistas acreditados podrían haberlo ayudado a aclarar si dicha medida se aplicaba en todo el país, o serían las provincias las que tengan la última palabra, como finalmente ocurrió.
El error no forzado se terminó de consumar con la distendida entrevista telefónica en el programa Sobredosis de TV, que se emite por C5N. Allí se desperdició otra oportunidad para que el jefe de Estado explicara ante la prensa especializada los detalles de una decisión trascendental. Los consejos de los científicos del Conicet de que no interactúe con periodistas llevaron al Presidente por mal camino.
Gobernar es comunicar
Dios no atiende sólo en Buenos Aires, pero sin dudas allí las noticias circulan más rápido que en el interior. Se conversa, se acuerda, se firma y se comunica.
Por eso, los mandatarios de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires quedaron en offside tras la rápida viralización de un comunicado que anunciaba el acuerdo de los cuatro principales distritos del país para frenar salidas de esparcimiento.
Si en esta fase de la cuarentena administrada, las provincias tendrán un rol preponderante a la hora de flexibilizar el aislamiento, Córdoba necesita un mandatario que comunique.
Una conferencia de prensa, una ronda de entrevistas, un mensaje donde el jefe del Ejecutivo provincial le explique a la población la estrategia que se adopta ante un mal que tiene en vilo al mundo entero. Desde que se dictó el aislamiento, Juan Schiaretti no ha dado una sola entrevista en los medios de comunicación.
Federalismo a la carta
La alianza estratégica entre Nación y las provincias tuvo su primer cortocircuito desde que llegó la pandemia. Como no ocurría en mucho tiempo, la discusión se dio por motivos exceden a la economía. El coronavirus lo hizo.
Aunque Alberto puso paños fríos y evitó confrontar con los mandatarios provinciales, les envió una especie de ultimátum: “No podemos mantener a la gente en un encierro eterno”, advirtió durante una entrevista radial.
El ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner no perdió las mañas: capitaliza el apoyo virtual que los gobernadores le dan cada vez que hay que prorrogar el aislamiento, pero descarga responsabilidad en las provincias a la hora de tomar decisiones impopulares.
Ahora la pelota está del lado de los gobernadores, que deberán definir hasta cuándo rige la prohibición de las salidas recreativas en los grandes centros urbanos.
Tendrán que administrar no sólo la cuarentena, sino también la paciencia de la población, una virtud que empieza a escasear.