Segunda ciudad de la Argentina, segunda provincia del país, una de las regiones más ricas del país. Pero hundidos en materia fecal.
La Córdoba tapada de excrementos es algo más que una postal de decadencia. No es un atraso de años o décadas sino de siglos. Es que la revolución sanitaria más importante fue cuando se separó el agua para consumo de las aguas servidas, un proceso que se inicia antes de los griegos y los romanos pero recién culmina en la Edad Media. Hasta ahí, las pestes se llevan la vida de millones de personas.
Esta Córdoba de la Edad Media tiene algunas particularidades digna de abochornarnos. En esta ciudad, sólo la mitad de la población tiene servicio de cloacas. Si uno ve la tabla del resto de ciudades y provincias, estamos de la mitad para abajo. Suena increíble pero somos superados con holgura por ciudades de similares características en la región central y sólo tenemos mayor cobertura que provincias como Formosa, Chaco o Santiago del Estero.
En la mayoría de los lugares, el agua potable y las cloacas están a cargo del mismo prestador. En Córdoba, por cuestiones políticas y de negocios, ambos servicios están separados.
Si queremos jugar al juego de las culpas, puede ser interminable porque la desinversión en saneamiento lleva casi una centuria. Hay caños de 80 años enterrados en esta ciudad llevando nuestros desechos.
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Ese juego puede llevarnos a ningún lado, aunque queda claro que las últimas gestiones municipales deberían llamarse al más absoluto de los silencios salvo ante la Justicia, donde tendrían que dar las explicaciones de por qué fueron corresponsables de esta tragedia.
No sólo dejaron que todo se deteriorara sino que autorizaron urbanizaciones con conexiones cloacales que no están enganchadas a la red troncal. Sí, leyó bien: hay barrios en Córdoba que tienen cloacas pero con caños que no van a ningún lado. Una de las tantas bombas de tiempo.
Los problemas están por todos lados. Media ciudad sin cloacas. Los que tienen van a redes que están colapsadas por vetustas. De hecho, las últimas y la actual gestión se ufanan de construir aliviadores, que no son otra cosa que eso: aliviar la carga por caños viejos y buscar desviarlos a otros que no colapsen.
Y lo que va por esas redes llega a una planta que no tiene capacidad de tratamiento. Bajo Grande está ocasionando una de las mayores tragedias ambientales de la Argentina, ya que contamina el Suquía desde Córdoba hasta la laguna Mar Chiquita.
A esa planta entran 8 a 10 mil metros cúbicos por hora y sólo puede tratar entre 3 a 4 mil metros cúbicos por hora. ¿El resto? Se clora y al río.
Se está construyendo una nueva planta al lado, que con mucho viento a favor estaría lista a mediados del año que viene.
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Esa planta podrá tratar hasta 20 mil metros cúbicos. Pero los problemas en las redes van a seguir, pese a las obras que se vinieron haciendo por parte de la Provincia.
Hay quienes calculan que con una gran inversión y mucho trabajo, y yendo todo sin ninguna complicación, Córdoba podría solucionar sus problemas cloacales recién en una década.
Si todo va bien, en un país donde normalmente las cosas no van bien.
¿Mientras tanto? A prepararse para que las escenas de Alberdi y Villa Páez comiencen a repetirse a lo largo y ancho de la ciudad. La ciudad de Córdoba, la que nos lleva directo a la Edad Media.
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