El otro día una futura mamá me escribió diciendo que las notas de #GestandoCuarentena le contagiaban mi optimismo frente a la situación del coronavirus y las embarazadas.
Querida lectora, no sé si en esta entrega voy a lograr mantener ese nivel de optimismo, porque esto de la cuarentena y el encierro se está poniendo pesado.
Sabemos que quedarnos en casa es lo mejor y estando embarazadas, más todavía.
Sería el escenario ideal en nuestro estado, tranquilas en el hogar, con nuestras panzas. Suma por todos lados.
Pero también sabemos que no podemos salir ni a tomar un café, ni a caminar un rato, o visitar a nuestros viejos, que se sienten cada día más solos.
Eso inconscientemente va calando nuestro optimismo, sumado a la gran revolución hormonal que tenemos las gestantes.
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Anoche no podía dormir. El bebé se movía sin parar y el viento afuera anunciaba la tormenta.
Bastó con que empezara a llover para que yo empezara a llorar. No sé por qué. Pero creo que caía tanta agua afuera como adentro de casa.
Enseguida Mati, mi compañero, me preguntó si estaba triste, si estaba preocupada. “No sé. Pero tengo ganas de llorar”, le dije.
Intentó levantarme el ánimo recordándome: “Tenemos todo listo para la llegada del bebé”.
Yo solamente sentía ganas de llorar. Hacía mucho que no lloraba así, con esa angustia que parece no tener explicación. “Es que estamos solos, hace ya demasiado tiempo”, le dije. Y nos quedamos en silencio escuchando la lluvia caer afuera y caer por dentro.
Nos quedamos en silencio escuchando la lluvia caer afuera y caer por dentro.
Ventilar
Las tormentas pasan. Hoy el sol nos regaló otra mañana hermosa. Es lunes y hay que empezar una nueva semana en cuarentena. Sacudir los trapos, ventilar la energía.
Aguantar y reinventarse, poniendo la mente en positivo.
Imagino que cada uno desde su lugar tendrá estos momentos complicados. Porque la que no está contando los días para parir en cuarentena, está preocupada por su trabajo, o cansada de tener a los chicos en casa, limpiar, cocinar y hacer las tareas que mandan del cole.
Otros tantos están haciendo malabares con los números, viendo cómo van a pagarle el sueldo a sus empleados, mientras el aislamiento obligatorio se prolonga en una Argentina parada.
La cuarentena a esta altura se puso pesada como el final del embarazo. Los límites físicos aprietan demasiado y ya quisiéramos parir.
Parir todo lo que venimos gestando en estas semanas de soledad y distanciamiento. Falta un poco más, un esfuerzo más.
Y ahí viene algo hermoso para aprender de las embarazadas. Las reinas en el arte de saber esperar. Aunque la cuarentena incomode de tanto que creció, podemos aguantar un poquito más.
Parir todo lo que venimos gestando en estas semanas de soledad y distanciamiento. Falta un poco más, un esfuerzo más.
Habrá momentos de angustia, de ansiedad, de llanto también. Pero ya estamos cerca de parir todos. De abrazar por fin la libertad, la vida compartida que tanto extrañamos. Abrazarnos, ¡qué gran anhelo! Un deseo tan grande que en nuestro caso, queridas panzonas, probablemente quede inmortalizado con ese pequeño gran abrazo que esperamos con nuestros hijos.
Ya falta menos. Sigamos un poquito más.