Los grandes equipos casi siempre nacen como un grupo de personas que se juntan en pos de cumplir un objetivo común. Conforme pasa el tiempo, aparecen las normas para generar equidad y estabilidad dentro del equipo. Se definen roles individuales y se trabaja arduamente en lograr la plena asunción de esos roles a favor del objetivo grupal.
La cohesión social, las acciones de clima grupal positivo, refuerzan la pertenencia y afianza los vínculos entre los integrantes del equipo. Finalmente la competitividad interna hace que el equipo crezca internamente con independencia del desafío de turno. Los grandes equipos crecen todo el tiempo, cumplen normas, asumen roles, persiguen objetivos y compiten sanamente por ocupar un lugar.
La reversibilidad es la capacidad que un equipo tiene de modificar una situación adversa, externa o interna, transformándola en una experiencia positiva gratificante.
Pero existen dos puntos decisivos que verdaderamente transforman a un grupo en un equipo de alto rendimiento: la reversibilidad y la mejora continua.
La reversibilidad es la capacidad que un equipo tiene de modificar una situación adversa, externa o interna, transformándola en una experiencia positiva gratificante. Los equipos inmaduros en muchas ocasiones se “muestran” muy sólidos y ante la primera adversidad se derrumban como un castillo de naipes. Esto sucede frecuentemente con equipos jóvenes, muy orientados al resultado y cierto desconocimiento del recorrido competitivo. Suelen pecar de exitismo y de festejar antes de jugar.
Los equipos maduros son mesurados, valoran el desafío sin restarle méritos a la contienda y siempre cuentan con diferentes libretos para hacer frente a la adversidad. No solo tienen libretos específicos y diferentes alternativas, sino que hay responsables de direccionar al equipo en esos momentos de turbulencia emocional. Generalmente, uno sabe lo que estos equipos van a hacer en la competición y lo terminan haciendo. Son equipos con gran reversibilidad.
Los miembros de los grandes equipos se perfeccionan continuamente y exigen el perfeccionamiento de sus pares. Entrenar con los mejores me hace mejor. Los más capaces me hacen más capaz.
El segundo punto determinante que transforma a un grupo en un equipo de alto rendimiento es la mejora continua. Quienes logran ser parte de estos grandes equipos saben que nada es definitivo, todo es transitorio. Hoy son un equipo de alto rendimiento pero, si no siguen entrenando, mañana pueden dejar de serlo con total facilidad. Los miembros de estos grandes equipos se perfeccionan continuamente y exigen el perfeccionamiento de sus pares. Entrenar con los mejores me hace mejor. Los más capaces me hacen más capaz.
Muy seguramente nuestra Selección Nacional de fútbol sea el equipo nacional que más expectativas concentre y mayor exigencia de resultado reciba. Imaginamos un diseño específico en materia de roles, normas, objetivos, acciones de cohesión y competitividad interna.
Este nuevo seleccionado, con integrantes “viejos” y algunos nuevos, está recorriendo el camino y, la pericia de líder y la actitud de los miembros del equipo nos mostrarán si logran el desafío de transformarse en un equipo de alto rendimiento o si se perpetúan como grupo en formación. Le otorguemos tiempo para madurar y le pidamos compromiso en el intento.