El domingo 30 de septiembre, Guido Sandleris, atravesaba su primer fin de semana como máxima autoridad monetaria argentina. El viernes anterior, el dólar había pasado los 42 pesos y el debutante presidente del Banco Central, que hasta tres días antes había sido colaborador del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, declaraba: "Ni loco compraría dólares en este momento".
Pocos lo tomaron en serio. Enseguida estalló el bullying. Comentaristas, opinadores, expertos y legos, ricos y secos, se lanzaron contra el nuevo funcionaro tratándolo, en el mejor de los casos, de irresponsable.
A juzgar por lo que ha pasado desde entonces, Sandleris tenía razón. Al menos en el corto plazo, su recomendación era válida. Este viernes 9 de noviembre, 40 días después de haber insinuado que era una locura sostener la fiebre por la moneda estadounidense de esos días, el dólar se vendió a 36,40 pesos y completa una caída de más del 13 por ciento desde el pico de septiembre. En el mercado mayorista cerró a 35,40 pesos, apenas siete centavos por encima del límite inferior de la "banda de flotación".
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Prácticamente el dólar está en el piso. De mantenerse esta tendencia, el Banco Central deberá intervenir en el mercado para sostener su precio. El esquema cambiario acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el dólar no puede costar menos que un determinado valor, que arrancó siendo el 1º de octubre de 34 pesos por dólar, y que va subiendo diariamente a un ritmo del 3 por ciento mensual. Ese piso se ubicó este viernes en 35,33.
A fin de año, estará por encima de los 37 pesos. Por lo tanto, si le hicieran hoy a Sandleris la misma pregunta que le planteó La Nación aquel día ("¿Qué haría usted mañana: compraría dólares antes de que llegue a $44 o entraría en un plazo fijo?") su respuesta ("ni loco compraría dólares"), probablemente no sería tan tajante.