La organización de este campeonato mundial, hace olvidar los desaciertos de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014. En Rusia todo marcha por el camino indicado.
La infraestructura de las diferentes ciudades está preparada para recibir la cantidad de personas que llegan a participar de tal evento. Los estadios son imponentes, en tamaño y tecnología. Capaces de albergar a más de 60 mil personas y poder desagotar esa cantidad de espectadores en no más de 15 minutos.
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El hecho que sea el primer mundial en implementarse la tarjeta del hincha, la Fun ID, no solo permite darle más seguridad al evento, sino también identificar a los extranjeros. Ante esto los habitantes rusos ayudan a quienes puedan estar perdidos o desorientados en una ciudad donde viven más de 20 millones de personas.
El transporte público está muy bien distribuido. Se pueden recorrer ciudades completas de punta a punta en no más de una hora. En Moscú por ejemplo, conviven los subtes, trenes, colectivos, taxis y hasta el mismo uber, esto da un gran abanico de costos y comodidades.
Al estar en verano las temperaturas oscilan entre los 12 y 27 grados, por lo que también el clima es de gran ayuda para largas caminatas turísticas llenas de historia por su inmenso pasado relacionado a las guerras mundiales.
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El único problema de Rusia lo genera el idioma. Posiblemente muy distinto en escritura y pronunciación a la gran mayoría de países en el mundo, los habitantes rusos se resisten a hablar inglés. Esto genera un grave problema en la comunicación. Hasta las cartas de los diferentes restaurantes están en cirílico, por lo que hay que fijarse en dibujos para realizar el pedido.
Por todas estas cosas es que Rusia volvió a mostrarle al mundo que se abrió al capitalismo, pero que aun guardo cierto "derecho de admisión".