Los nuevos usuarios de redes sociales tienen 6 años. Está prohibido por ley pero siempre hay un papá permisivo, un tío piola, un hermano mayor o hasta un abuelo tecno que no puede decir no y accede a crear una cuenta mintiendo la edad.
Según The Social Age Study publicado en knowthenet.org.uk del Reino Unido, el 59 por ciento de los chicos de 10 años ya tienen sus propios perfiles en las redes sociales. Los niños ingresan a un mundo al que desean pertenecer porque el modelo que ven son padres conectados, concentrados, seducidos por un mundo virutal que a veces suena mucho más interesantes que ellos. Hay padres que prefieren mirar
la pantalla de un smartphone que los ojos de sus hijos. Somos el modelo que nuestros hijos miran y modelamos que estar en las redes sociales es muy interesante.
¿A qué mundo ingresan los niños? A un mundo de vidas editadas. Casi sin excepción los usuarios de redes sociales editan su vida antes de mostrarla al mundo. Tenemos filtros, emoticones, editores y todo tipo de aplicaciones que nos permiten hacer de nuestras fotos y videos, algo mucho más lindo que la cruda realidad.
Fotos con las mejores vacaciones, los regalos más exóticos, los padres más felices y los niños que mejor se portan. Nunca publicaremos las discusiones diarias, los malos ratos, los problemas en el trabajo o la puteada en plena calle.
La pregunta entonces es ¿cómo afecta esa realidad edulcorada y falsamente perfecta a los niños? Esa es la clave. Lo primero que hay que saber es que las redes sólo muestran una parte de la realidad, recortada, parcial. Nadie tiene una vida perfecta. Por supuesto que si medidos, hay vidas con mas y con menos que la nuestra. "La vida es así", explica el Doctor Enrique Orcnansky. "No hay que demonizar a la tecnología es sólo otra forma de compararnos". Claro que la comparación natural que uno puede hacer con sus pares se multiplica por cientos de contactos que puedo tener en las redes sociales.
Allí es donde surgen las preguntas: ¿Por qué no tengo esas vacaciones perfectas? ¿Por qué ese papá es más piola que le mío?
¿Por qué mi vida no es tan interesante como la de otros? Y aparece la tiranía del "me gusta". La exposición es directamente
proporcional a la necesidad de aprobación.
El doctor Enrique Orchansky explica que según nuevos estudios, el 95 por ciento de los adolescentes tienen selfies en sus celulares. "Hay una necesidad de mirarse pero también de ser mirados", explica el especialista y agrega: "El silencio es el primer signo de alerta" de un niño que puede perderse en el mundo virtual hasta desaparecer. Sin embargo aclara que la solución siempre es la misma: padres presentes que formen niños seguros de sí mismos.
+ VIDEO: mirá la opinión del doctor Enrique Orchansky:
El síndrome de la felicidad ajena. Los nuevos trastornos generados por las redes sociales ya tiene nombre. Se llama FOMO a la sensación de que me estoy perdiendo algo, que no estoy viviendo la vida tan fantásticamente como la viven los demás. Fear or missing out o miedo a perderse algo es lo que le pasa a tres de cada diez personas con edades entre 13 y 34 años. Cuanto más aumenta la cantidad de horas de exposición a Facebook particularmente, mayor es el grado de insatisfacción.
Conclusión: nadie tiene una vida tan perfecta como la muestra en las redes sociales. Niños seguros de si mismos no podrán ser afectados
por esa falsa realidad. Los padres deberemos enseñar a no encandilarse con las vidas ajenas para aprender a disfrutar mucho más de la propia.