La importancia de este canje de rehenes israelíes a cambio de una tregua y de liberación de prisioneros palestinos, tiene diferentes significaciones para Hamas y para Israel.
Para Hamas, lograr que 150 presos palestinos regresen a sus casas implica sumar simpatías y consensos en Cisjordania, de donde eran la mayoría de quienes estaban en cárceles israelíes por causas que no implicaban terrorismo ni otros delitos de sangre.
Esto en el aspecto político, mientras que en el aspecto militar, tener rehenes israelíes tiene dos objetivos tácticos y estratégicos: usarlos como escudos humanos para complicar la acción militar israelí contra los puntos neurálgicos de Hamas en Gaza, y negociar liberaciones en dosis para ir consiguiendo las treguas que necesita para reorganizar sus mandos, reagrupar sus tropas y reordenar sus planes, alterados por la aplastante ofensiva israelí.
En cada una de esas treguas, Hamas intentará restaurar la cadena de mandos de las bajas que se produzcan, reagrupar las milicias de las brigadas Ezedim al Qasem, su brazo militar, y rearmar los planes de acuerdo a las circunstancias cambiantes.
+ Foto: Quedan rehenes israelíes cautivos en Gaza.
Para Israel, la significación de que secuestren israelíes para tenerlos como rehenes implica grandes encrucijadas. Lo demuestra la envergadura de las acciones que emprendió cada vez que fueron capturados soldados de su ejército o civiles de su población.
En 1976, para liberar a los israelíes atrapados en Entebbe, el aeropuerto de Kampala, la capital de Uganda, a donde terroristas habían desviado un vuelo de Air France, se concretó velozmente una operación militar cuya envergadura y eficacia impresionó al mundo entero.
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En el 2006, la captura de dos soldados israelíes por parte de Hezbolá fue respondida con un bombardeo que destruyó el cuartel general de la organización terrorista y militar libanesa en Dahiya. Aquel ataque que demolió buena parte del suburbio chiita del sur de Beirut inauguró la doctrina de la respuesta militar desproporcionada. Y en el 2011, a cambio de la liberación de un solo hombre, el soldado Yigal Shallit, capturado y retenido por Hamas en Gaza, los israelíes liberaron a más de mil milicianos de la organización terrorista.
Pero este secuestro de israelíes, que es masivo como lo fue el de 1976, tiene la diferencia de que los rehenes civiles no están en un solo punto que queda en las afueras de la ciudad, como el aeropuerto de Kampala, sino esparcidos en muchos puntos de una o varias ciudades. No habría “una” operación de rescate, sino que tendrían que realizarse muchas. Y deberían ejecutarse en enmarañadas selvas de cemento surcadas por pasadizos subterráneos.
Por eso los dos objetivos que se planteó la operación militar israelí tras el pogromo sanguinario del 7 de octubre, resultan incompatibles entre sí.
Uno de esos objetivos es la liberación de los rehenes, y el otro es la aniquilación total de Hamas. Mientras que la realidad diseñada por Hamas le impone abocarse al rescate de los rehenes en este nuevo Entebbe llamado Gaza, o bien abocarse a la destrucción total de la agrupación terrorista.
La encrucijada está planteada de modo tal, que impone a Israel renunciar a uno de sus objetivos, para conseguir el otro, porque lograr ambos a la vez parece una misión imposible.
+ Foto: Israel liberó a palestinos que estaban presos en sus cárceles.