Ucrania podría convertirse en el Waterloo del napoleónico Vladimir Putin. Pero no porque su ejército pueda ser derrotado como el del emperador Bonaparte por las fuerzas que comandaba el duque de Wellington, sino porque en la dimensión de la opinión pública mundial su imagen está siendo bombardeada masivamente y cae destrozada ante la mirada del orbe.
Las tropas rusas pueden ingresar en las próximas horas, o días, a Kiev, Odessa, Jarkiv, Mariupol y demás ciudades claves de Ucrania. Pero eso ya no podrá revertir la derrota de Putin en el escenario político internacional y en la dimensión de la opinión pública mundial.
Los cálculos que hizo el presidente ruso sobre las consecuencias de la invasión fueron inexactos. Tan inexactos, que su accionar bélico ha empezado a agigantar las figuras de los dos gobernantes que más odia: Volodimir Zelensky y Joe Biden. En el escenario de la brutal invasión, buena parte de los ucranianos y el mundo empiezan a ver en Zelensky la cara mofletuda de Churchill, mientras que Joe Biden empieza a parecerse a Franklin Roosevelt.
Parece exagerado, pero la criminal desmesura que está cometiendo Putin, al tiempo que lo convierte en blanco de repudio y aversión generalizado en el mundo, ha permitido al joven e inexperto presidente ucraniano que se hizo conocer como actor cómico, destacarse como protagonista heroico en el escenario de un drama.
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También está sorprendiendo el presidente norteamericano, quien por la espantosa retirada de Afganistán había generado la sensación de ser un inepto para manejar situaciones de conflicto, fue quién advirtió antes y con más claridad que ningún otro gobernante lo que inexorablemente haría Putin con Ucrania, y a renglón seguido fue quien impulsó con más claridad y vigor que sus aliados europeos el arsenal económico que acorralaría al jefe del Kremlin en un aislamiento internacional sin precedentes.
Los errores de cálculo de Putin se ven tanto en el escenario de las batallas militares como en el escenario de la opinión pública mundial. Justificar la invasión diciendo que se realiza para poner fin a un genocidio planificado y ejecutado por el gobierno ucraniano en la región rusófona del Donbass, como hace el Kremlin, a la amplia mayoría de los gobiernos del mundo le suena a patraña inverosímil.
También se equivocó al creer que los daños causados por Donald Trump al histórico vínculo entre Europa y Estados Unidos, imposibilitarían una acción unificada del espacio euro-norteamericano contra Rusia, para aislarla y hundir su economía. Putin ayudó con sus espías y hackers a que Trump pueda vencer a Hillary Clinton y adueñarse de la Casa Blanca. Fue un logro increíble del líder ruso. Trump fue funcional a los planes de Putin en muchos escenarios, pero donde más claramente se vio fue en la OTAN y en la relación con los socios europeos de Washington.
El magnate neoyorquino destartaló políticamente a la alianza atlántica, mientras promovía el Brexit que separó al Reino Unido de la Europa continental y ensalzaba a todos los líderes extremistas empeñados en romper la Unión Europea.
Quizá Putin pensó que el daño causado por Trump no podría recomponerse en tiempo récord para enfrentarlo desde un frente unido. Además, con el ejército ruso tendiendo el cerco militar que mostraba decisión de invadir, los gobiernos europeos mantenían posiciones diferentes sobre las medidas económicas a tomar contra Rusia. Sin embargo, al producirse la invasión, los esfuerzos de Biden por avanzar sobre un duro paquete de sanciones lograron su cometido.
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Las dudas y medias tintas de China muestran que Xi Jinping está viendo gruesos errores de cálculos, extraños en una mente tan inteligente, astuta y fríamente calculadora como la del presidente ruso. El mayor error, que se hace evidente en el repudio abrumador que está encontrando en el mundo, es haber pensado que puede actuar en Ucrania como ha actuado muchas veces, y con éxito, en el patio trasero de Rusia.
Ucrania no es el patio trasero sino el jardín. Lo que ocurre en el patio trasero (Asia Central y el Cáucaso) no ocurre bajo las narices de Europa. Lo que ocurre en Ucrania, sí. Los países europeos son las casas vecinas y lo que ven de Rusia es el jardín.
Debieron cuestionar a Putin cuando lanzó el ejército ruso a quitarle Abjasia y Osetia del Sur a Georgia, o cuando aplastó el independentismo checheno liderado por el general Dudayev con una guerra de tierra arrasada en Chechenia, o cuando introdujo militares rusos en el Transdniester, en manos de separatistas prorusos que partieron el mapa de Moldavia tras la guerra de Transnitria. Pero nada de eso ocurría bajo las narices de las potencias de Occidente.
Ahora ocurre en Ucrania, por eso la invasión generó el actual tsunami de indignación. También en el escenario de las operaciones militares Putin cometió graves errores de cálculo. Por los costos de semejante operación, Putin sabía que no le alcanza con ganar la guerra, sino que debe ganarla de manera veloz y fulminante, para que Ucrania no se le convierta en una Faluya europea.
Los generales y estrategas que lo rodean lo convencieron de que podían generar el derrumbe estrepitoso del sistema defensivo ucraniano dentro de las primeras 48 horas de la invasión. Eso no ocurrió. Y cada día que pasa acrecienta en el Kremlin el temor de quedar empantanados en una guerra asimétrica y prolongada de baja intensidad.
+ Uno de los tantos edificios bombardeados por las tropas rusas.
En ese tipo de conflictos, la asimetría se revierte y no vence el más poderoso si no el que no necesita vencer sino durar, porque durar es la forma vencer al ejército que necesita una pronta victoria.
¿Por qué una mente fría y calculadora que sólo conocía la victoria, erró en cálculos tan cruciales? Quizá la respuesta está en que a Putin, en cuya cabeza está la causa de esta invasión, lo saca de su fría serenidad habitual que un joven inexperto como Zelensky no le tema.
El poder absoluto no sólo corrompe absolutamente; también puede enloquecer absolutamente. La “napoleonización” es el mal que suele adueñarse de la mente de ciertos déspotas, cuando permanecen demasiado tiempo en el poder. Al “napoleonizado” Putin lo desequilibra no generar temor. Y es posible que, guiado por las turbulencias emocionales en lugar de guiarse por su inteligencia fría, haya cometido errores que jamás antes había cometido.
Exigirle a Lukashenko que sume el ejército bielorruso a la invasión y blandir su poder nuclear ante la perplejidad de Occidente, son señales de debilidad y preocupación. Invadir y matar es algo que ya hizo muchas veces, pero esta vez lo está haciendo en el lugar y en el momento menos indicado.