La pregunta que recorre el mundo es si Vladimir Putin está cometiendo un genocidio en Ucrania. Para Joe Biden, la respuesta es sí. Pero para Emmanuel Macron aún no se puede afirmar que el ejército ruso esté perpetrando un genocidio contra los ucranianos.
Así planteado, pareciera que el presidente norteamericano acusa y el presidente francés defiende. No obstante, lo que Macron señala estaría más cerca de la realidad que lo que señala Biden, porque para el mandatario galo lo que podría probarse, incluso está a la vista y lo confirma la prensa extranjera que cubre el conflicto, es que los invasores están cometiendo crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.
Eso está fuera de duda porque la invasión decidida y ordenada por el presidente ruso es, en sí misma, un crimen atroz que está causando una catástrofe humanitaria. Y si bien puede no haber ahora elementos para hablar de genocidio, está claro que de continuar la guerra y de mantener el ejército ruso la estrategia que está aplicando desde que inició la segunda fase del conflicto, provocará un genocidio en Ucrania. El segundo que sufren los ucranianos en menos de un siglo.
El concepto “genocidio” alude al exterminio intencional y sistemático de un grupo racial, étnico, social, político o religioso. En principio, la intencionalidad y la planificación son elementos necesarios para que pueda calificar de genocidio. Los dos ejemplos más visibles y cercanos en el tiempo son el holocausto y el genocidio armenio.
Los genocidas usaron grandes guerras como pantalla: los ultranacionalistas turcos la Primera Guerra Mundial y los nazis la Segunda.
La Alemania nazi planificó y llevó a cabo el genocidio de los judíos con el objetivo de eliminarlos en todos los territorios bajo su control. Para llevar a cabo ese exterminio sistemático y masivo industrializó el asesinato mediante los campos de concentración.
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En Turquía, las masacres de armenios perpetradas por orden del sultán Abdul Hamid II a fines del siglo 19 no tenían la intención de eliminarlos totalmente, sino de reprimirlos para sofocar sus protestas y movimientos en pos de reformas. En cambio el llamado “régimen de los jóvenes turcos” aplicó, a partir de 1915, un exterminio planificado cuya meta era la eliminación total de los armenios de Anatolia pero con un método más rudimentario: mientras ocurrían masacres en aldeas armenias, donde también eran atacadas otras minorías cristianas como los asirios y los griegos, se expulsaba masivamente a los armenios empujándolos a atravesar a pié el desierto de Alepo, donde murieron alrededor de un millón y medio por hambre o asesinados en ataques de bandas de saqueadores.
No está claro que Putin haya ordenado la invasión con la intención de eliminar la población ucraniana que no pertenece a la etnia rusa y haya tenido un plan para la aniquilación sistemática de ese grupo mayoritario en Ucrania. La forma en la que se inició la invasión muestra que el jefe del Kremlin esperaba que el ejército invasor fuera aclamado en el país invadido como ejército libertador. O sea que no estaba en su plan inicial el exterminio porque calculaba que no habría resistencia, sino apoyo. Lo que el líder ruso niega, como claro exponente del ultranacionalismo de Rusia, es que los ucranianos constituyan una nación y, por ende, tengan derecho a un Estado.
Para el ultranacionalismo ruso, los ucranianos son rusos, del mismo modo que para el ultranacionalismo turco los kurdos son turcos y no una nación diferente. Estos argumentos y los otros que utilizó Putin para justificar su catastrófica guerra, parecen falacias para encubrir el atroz crimen que implica, en sí misma, la invasión de Ucrania.
Al crimen de la invasión se fueron sumando los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad que el ejército invasor empezó a cometer al ver naufragar su plan inicial, por encontrarse con una resistencia tenaz y bien organizada en comandos pequeños que realizan acciones de ataque con gran eficacia.
Pero la historia prueba que los genocidios ocurren aunque no haya intención inicial con planificación para el aniquilamiento en masa.
El “Holodomor”, hambruna que mató al menos cuatro millones de ucranianos en la década del 30 del siglo pasado, puede haber comenzado como consecuencia no buscada del proceso de colectivización de la producción impulsado por Stalin. Pero haber mantenido en el tiempo ese experimento ruinoso, sin tomar medidas para detener las trágicas consecuencias que tenía en la población, justifican calificarlo como un genocidio.
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Los norteamericanos no entraron en Vietnam con el propósito de eliminar la etnia viet, sino de contener al Vietcong y mantener en pie al régimen survietnamita. Pero el empantanamiento por la tenaz resistencia de los guerrilleros comunistas fue incrementando la violencia indiscriminada de los marines y el uso masivo de armas como el napalm y también defoliantes como el agente naranja. El hecho de que, al cabo de una década, los norteamericanos hayan asesinado a millones de vietnamitas, es lo que impone calificar de genocidio lo que hicieron en ese país del sudeste asiático.
Lo reconozca o no Estados Unidos y los foros internacionales donde esa superpotencia tiene una gravitación determinante, lo que hizo su ejército en Vietnam fue un genocidio.
Hay otros ejemplos y con otras potencias como causantes de genocidios, aunque no haya habido intención inicial de cometer una eliminación sistemática en masa. La prolongación de un conflicto y la suma de actos criminales y muertes civiles son las que terminan imponiendo ese concepto.
De momento no puede haber certeza para sostener una acusación de genocidio contra Putin. Pero si el conflicto continúa por esta vía, se podrá acusar con fundamento de genocidio al régimen ruso. En la medida en que fueron fracasando sus planes iniciales, el ejército invasor fue incrementando la destructividad y letalidad de sus bombardeos de saturación y otros tipos de ataques contra blancos civiles. Si esa estrategia, en principio producida por la improvisación y la desesperación, se mantiene, las cifras de destrucción y muertes civiles seguirán creciendo hasta que ya no quepan dudas de que la invasión rusa habrá causado un genocidio.