Salas de teatro y cines cerrados. Circos vacíos. Recitales suspendidos. Fiestas y bailes multitudinarios: prohibidos.
La pandemia del Covid -19 hizo que cualquier actividad masiva se viera directamente afectada. En Argentina, el 13 de marzo de reglamentó la suspensión de estas actividades y aún no hay indicios de que puedan volver a regresar. Es decir, fue el primer sector en cancelar sus actividades y probablemente será el último en retornar.
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A la incertidumbre sobre la fecha concreta en que se levantará el aislamiento general, se suman las preguntas ¿cómo será volver a la “normalidad?” y ¿cuál será el resto económico de la gente para destinar a la cultura y al esparcimiento?
El escenario es complejo y de total incertidumbre para un sector que en el mundo mueve millones de dólares y emplea a millones de personas, no sólo a artistas si no que abarca una infinidad de rubros técnicos y administrativos imprescindibles para realizar esta actividad.
Números
La crisis deja números en rojo nunca antes vistos: en el cine las pérdidas hasta ahora se estima en 7 mil millones de dólares. Para mencionar un aspecto de esta industria como es la distribución sólo China cuenta con 70 mil salas de cine y aún no reabrieron sus puertas.
Por otro lado, los principales teatros de ópera europeos calculan una pérdida de 145 millones de euros entre marzo y julio.
Otro ejemplo del mundo: 100 mil empleados de los parques y hoteles de Disneyworld en Orlando, Florida, fueron suspendidos y sólo por los próximos tres meses recibirán un seguro de desempleo de 277 dólares a la semana.
Precarizados
En Argentina, esta situación inédita en el mundo del espectáculo pone al descubierto también el nivel de informalidad que existe en el sector.
Muchos de los trabajos son tercerizados (sonido, armado de escenarios, seguridad, etcétera) con empleados que no cuentan con la más mínima protección y seguridad social.
Si ponemos el foco en el cuarteto, cada baile puede dar de comer a 200 familias, desde el músico al naranjita que cuida los autos.
Otro dato para dimensionar el fenómeno del cuarteto en Córdoba y el impacto de la cuarentena: cada artista o dueño de banda tiene entre 30 y 45 empleados, claro que no todos tienen ese personal registrado o “en blanco”.
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Muchos músicos, incluso, son monotributistas y cobran por show, por lo que acá se aplica la regla de cualquier cuentapropista: “Si no trabaja, no cobra”.
Llama la atención que la dinámica y acuerdos salariales se den de esta manera en un rubro que factura millones de pesos por fin de semana.
Las estadísticas hablan que de viernes a domingo se mueve un promedio de 30 mil cordobeses en los bailes de cuarteto. El dinero ganado siempre fue mucho, el impacto del parate de ahora se hace sentir en todas las direcciones.
En las salas de shows o teatro ya están pensando algunos protocolos para cuando se reactive el rubro, por ejemplo: reducir la capacidad de la sala a un 50 por ciento y respetar el distanciamiento social entre personas que no provengan de un mismo grupo familiar.
¿Cómo se respetaría el distanciamiento social en un baile de cuarteto? Difícil pensarlo.
Hoy los empresarios vinculados a este género piden “gestos del Estado”. Sería interesante también que el rubro tenga, al menos a partir de ahora, gestos hacia el Estado cumpliendo con el fisco y respetando los canales legales y formales de una actividad que en el fondo, es un negocio como cualquiera.
Un negocio que también baila al compás de las reglas de ese Estado que hoy reclaman.