La explosión en el hospital Al Ahli y el medio millar de muertos que dejó, puede acercar la meta que se propusieron alcanzar quienes diseñaron este conflicto.
Mohamed Deif y los otros jefes del Ezzedim al Qassem, la poderosa milicia de Hamas, así como sus guías y patrocinadores de Irán y su cuerpo de elite en la acción exterior, la Fuerza Quds, establecieron el brutal pogromo que masacró a más de mil civiles israelíes en las moshavim (aldeas agrícolas) y los kibutzim cercanos a la Franja de Gaza, buscando una respuesta israelí tan destructiva y con tantas muertes civiles, que sumara criminalidad al estigma que lleva décadas amasando sobre el Estado judío.
Los verdaderos misiles de Hamas en sus guerras con Israel siempre han sido la destrucción y la muerte en Gaza, porque eso criminaliza la imagen de Israel ante los países árabes y el mundo, y alimenta la ira contra el Estado judío.
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Sabiendo que a la guerra no la pueden ganar en los campos de batalla, el objetivo es la estigmatización de los israelíes. Una batalla que se desarrolla en la dimensión de la opinión pública árabe y mundial.
Por eso en las cuatro guerras anteriores, a los lanzamientos de cohetes Hamas los efectuó desde terrazas de hospitales y de escuelas. Los proyectiles lanzados, serán rastreados por radares israelíes que establecerán la trayectoria y dispararán misiles a las lanzaderas que los disparó desde Gaza a Israel.
También es común que las oficinas de Hamas estén junto a hospitales y escuelas. Incuso hay cuarteles en los subsuelos de esos edificios. Esto no implica la inocencia de Israel cuando sus destructivos proyectiles caen en hospitales y escuelas, pero resulta obvio que los blancos del ejército israelí no son los niños y los enfermos gazatíes, porque no tiene sentido y porque sus muertes impactan contra la propia imagen del Estado judío, mientras que también está a la vista que Hamas siempre hace de esos sitios instrumentos para agigantar la estigmatización de Israel como país criminal de niños y de civiles inocentes.
En esta ocasión, la versión israelí es que se trató de un misil fallido que Jihad Islámica Palestina (JIP), la milicia pro-iraní que colabora con Hamas de manera coordinada con Ezzedim al Qassem, lanzó contra Israel. O sea, no lo asignó a un crimen perpetrado a conciencia por JIP, sino accidental.
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Entonces, una hipótesis posible es que fue un misil israelí. En ese caso, Israel debería mostrar pruebas de que desde allí partió un misil de Hamas, o que de sus espías gazatíes recibió deliberadamente esa información para inducir el brutal crimen. Pero difícilmente lo habría hecho de manera deliberada, por la simple razón de que no tiene sentido y resulta contraproducente.
Otra hipótesis es que sea cierto lo que dice el mando israelí sobre un misil fallido de JIP. En ese caso, Israel debiera mostrar las grabaciones de las imágenes satelitales o de radar que muestran el trayecto del misil fallido saliendo de Gaza y cayendo sobre el hospital.
Mientras esas pruebas no aparezcan y sean verificadas por peritos internacionales, la espantosa muerte de medio millar de gazatíes dentro del hospital donde estalló un misil, detonarán sobre la imagen de Israel ante el mundo y acercarán el objetivo estratégico que plantearon los estrategas que diseñaron el conflicto en marcha: una guerra que desborde las fronteras de Israel, incendie el Oriente Medio destruyendo los Pactos de Abraham y el acercamiento saudi-israelí, y cause una ola de atentados y masivas protestas en Europa y en otros puntos del planeta.