“¿Nunca vieron una cámara de cine en Córdoba?”. La frase pertenece a una de las productoras de Netflix que está a cargo del rodaje de Granizo, la película protagonizada por Guillermo Francella, ante las insistentes consultas sobre el rodaje en esta ciudad.
La respuesta esconde varios interrogantes que ha generado la movida que desató la filmación, que obviamente tiene su importancia para Córdoba y bien puede justificar algún que otro inconveniente que toda superproducción de este tipo pueda provocar.
Pero el involucramiento de las principales autoridades de la provincia y la ciudad abre, cuanto menos, algunas dudas.
De arranque hay que dejar claro que el cine es una industria, que impacta en términos económicos, laborales, culturales, de promoción. Y como tal, debe ser considerada.
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Pero una cosa es darle atención por parte del Estado y otra que el gobernador le de una audiencia al director y a su protagonista porque van a rodar un par de días en su provincia.
La Municipalidad de Córdoba envió al funcionario más relevante, el secretario de Gobierno Miguel Siciliano, para que le diera notas a los medios en la húmeda y fría mañana del martes cordobés, un par de horas antes de que comenzaran a filmar.
Siciliano cumplió con su ritual de nombrar dos veces en cada frase a Martín Llaryora, como una forma de corporizar al intendente e involucrarlo en la bienvenida al equipo de Netflix.
El propio Llaryora se acercó rato después para tener su foto con Guillermo Francella, en el mismo lugar del rodaje.
Antes, Juan Schiaretti abrió el principal despacho del Centro Cívico, donde han entrado contadas personas en la pandemia, para recibir al popular Francella y al director cordobés Marcos Carnevale.
Casi no hay antecedentes de gobernantes que no hayan sucumbido a la tentación de sacarse la foto con una celebridad. No tiene nada de malo. El cholulismo habita hasta en las más encumbradas personalidades.
El tema es que recibir a alguien siempre implica abrirse al cotejo de a los que no fueron recibidos.
Apenas salió la foto de Schiaretti con Francella, en las redes hasta legisladores opositores le recordaron que hace nueve meses que los padres de Valentino Blas Correas esperan por un mínimo gesto del gobernador. Ni qué hablar de las familias de otras víctimas menos conocidas que la de Blas que se tuvieron que contentar con un simple llamado o un mensaje de WhatsApp de un ministro o de un funcionario menor.
Y saltarán otros recordando los sectores afectados por las restricciones o por la crisis.
Y habrá lugar para los que se pregunten por qué el Gobierno no da respuestas en la Legislatura sobre el plan de vacunación, los manejos del COE y otros escándalos.
Y así.
Tal vez, como cualquier comparación, esconda algo de odioso. Pero son difíciles de evitar.
Es que gobernantes como Schiaretti, que hace unas pocas horas le volvió a pedir esfuerzo y acompañamiento a la población, deberían ayudar con ejemplos.