El Gobierno no tenía la plata para pagar lo que acaba de negociar que no va a pagar. Pero cuidado, porque tampoco tiene la plata para cumplir lo que dice que sí va a cumplir.
Entre 2020 y 2025 vencían, antes del canje, 30.200 millones de dólares. Ahora, la exigencia bajó a 4.500 millones. Golazo: 85 por ciento menos.
Parte de lo recortado se pateó para más adelante y parte fue resignado por los bonistas, que pasaron de tener una tasa promedio del 7% al 3,5% actual.
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Ni pensemos en el más adelante, cuando se vuelven a concentrar los vencimientos. Veamos ahora: hay que lograr el superávit suficiente para juntar esos 4.500 millones de dólares que hay que pagar.
No olvidemos que, además, está la deuda con el FMI y con los acreedores locales, que también habrá que pagar y cuya reestructuración aún no empezó.
Lo que tiene que mostrar el ministro Martín Guzmán ahora es cómo Argentina hará para pagar sus compromisos. Ha confesado que no cree en los planes, sino en las metas y objetivos.
Aunque en el fondo sea una diferencia semántica, habrá que demostrar qué se hará para corregir el déficit fiscal que este año llegará probablemente al 10 por ciento del PBI. El Estado argentino tiene hoy ingresos que apenas le alcanzan a cubrir el 60 por ciento de sus gastos: todo lo demás, se imprime.
Las dudas
Cuando la pandemia pase, ¿el gasto público volverá a la normalidad?, ¿cómo logrará que los argentinos dejen de desesperarse por comprar los 200 dólares permitidos al mes? Los 20 mil pesos que van al dólar son los que le faltan al consumo.
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¿Cómo restaurar la confianza? ¿Y qué pasará con los precios cuando los pesos vayan al consumo? ¿Cuál es el plan monetario? ¿Seguirá semejante control de capitales? ¿Cómo convencer a los ciudadanos para que saquen algunos de los 300 mil millones de dólares que están bajo el colchón? ¿Cómo vendrán las inversiones?
Y sobre todo, ¿cómo se generarán los recursos para dejar de imprimir billetes? ¿Más impuesto o menos gasto? Aunque se apelen a los eufemismos y los relatos épicos, en el fondo no hay mucha ciencia: el Estado tiene que gastar menos. ¿Será eso posible?