El 2022 concluye con una guerra en marcha y con una escalada de tensión que podría sumar, en el 2023, otra guerra a un mundo que se creía liberado de las grandes conflagraciones.
El año que concluye quedará en la historia por el inicio de la guerra que Vladimir Putin lanzó al ordenar la invasión rusa de Ucrania. Y es posible que el año que comienza quede en la historia por otro conflicto de escala similar al que están librando dos pueblos eslavos.
Los últimos movimientos militares chinos en torno a Taiwán, parecen evidenciar la existencia de un plan para invadir la isla, que quedó separada del país continental al finalizar la guerra civil con el triunfo de los comunistas y con el ejército y la dirigencia del derrotado Kuomintang atrincherados en el territorio insular.
Los masivos despliegues militares aéreos y marítimos que realiza China amenazando a Taiwán en los umbrales del año nuevo, podrían no ser un remesón del tembladeral generado por la visita de Nancy Pelosi a Taipei en agosto, causando la ira de Xi Jinping.
El lugar común de los análisis políticos fue considerar esta nueva ola de acciones militares amenazantes como una réplica tardía del sismo causado por el viaje de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Pero la incursión de enjambres de aviones cazabombarderos en la zona de defensa taiwanesa podría tener otra causa. Una hipótesis al respecto sería la siguiente: las masivas protestas contra la política Covid Cero, que mostraron a Xi Jinping retrocediendo por primera vez desde que llegó al poder, dejaron expuesto un flanco débil que el líder chino planea ocultar adelantando una operación militar que tiene en carpeta desde hace tiempo: la invasión de Taiwán.
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Las amenazas militares provocadas por Pelosi ya habían pasado. Estas nuevas acciones amenazantes contra Taiwán ocurren después de que las protestas obligaran al presidente chino a poner fin a los confinamientos y las cuarentenas de la política Covid Cero.
Que a esta altura de la pandemia, el gobierno chino siguiera recurriendo a las políticas que el resto del mundo sólo aplicó al comenzar la expansión del coronavirus, exhibieron otros dos fracasos del régimen: las vacunas chinas tienen muy poca eficacia y la campaña de vacunación fue pésima, porque dejó sin vacunar a las franjas etarias más vulnerables de la sociedad.
Las protestas que se contagiaron a la velocidad del rayo entre las principales ciudades, mostraron el hartazgo y las pésimas consecuencias económicas de los confinamientos, que además empezaron a ser vistos como ensayos de control total del Estado sobre la sociedad.
Con esa debilidad expuesta, el presidente que un par de meses antes había sido empoderado por el XX Congreso del PCCh, necesita volver a mostrarse todopoderoso y generar temor en la sociedad y en el mundo. Más aún cuando parece volverse permanente la notable desaceleración del crecimiento económico chino, entre otras cosas por la fuerte injerencia sobre las grandes empresas privadas que practica Xi Jinping.
Ante semejantes fragilidades, es posible que el líder chino esté considerando adelantar al 2023 la reunificación territorial forzosa que planea desde los primeros días de su gestión.
Si lo hace, el mundo tendrá dos guerras similares. En Europa, dos pueblos de la misma raza y religión, eslavos y cristiano-ortodoxos, en guerra porque el país más grande invadió al menor para reconstruir los mapas del Imperio Ruso; mientras que en Asia, dos pueblos de la raza han y de la cultura china, en guerra porque el más grande invadió al menor para reconstruir el mapa previo al triunfo comunista de 1949.
El presidente norteamericano advirtió a Xi que si invade Taiwán, Estados Unidos entrará en el conflicto de manera directa para defender a la isla, en cumplimiento de lo acordado por Richard Nixon y Mao Tse-tung en la década del setenta.
Pero más allá de lo que dijo Joe Biden, lo seguro es que Washington hará con Taiwán lo mismo que está haciendo con Ucrania: proveerla masivamente de armamentos para que puedan enfrentar al invasor, empantanándolo en una guerra de larga duración, pero sin entrar directamente en el conflicto.
Aunque diga lo contrario, Biden no entraría en choque militar directo con China por la misma razón que evita chocar de frente con Rusia: se trata de conflictos que inexorablemente desembocarían en guerras nucleares.