Rusia emitió dos señales que despertaron un sorpresivo optimismo respecto a un posible cese del conflicto. Hasta Wall Street registró el presunto cambio en el curso de los acontecimientos, abriendo en alza y con el Dow Jones subiendo más de un punto porcentual.
Por cierto, los vientos en el escenario del conflicto pueden cambiar modificando la decisión que habrían comenzado a tomar las partes. También es posible que el Kremlin esté efectuando una maniobra destinada a reacomodar sus fuerzas tras el fracasado intento de ingresar a Kiev, o que busque generar divisiones en el frente euro-norteamericano. Pero lo comprobable es que, por primera vez, se vislumbran trayectos hacia un acuerdo que ponga fin al conflicto.
Las señales llegaron desde Estambul, donde negocian las delegaciones, pero fueron emitidas por la parte rusa al anunciar disposición a reducir drásticamente las acciones militares en torno a Kiev y Chernihiv, usando la palabra “tratado” pare señalar lo que ya está en la agenda abordada en la negociación.
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Los componentes de ese tratado ruso-ucraniano que ponga fin al conflicto, es la renuncia de Ucrania a integrar la OTAN o cualquier otra alianza militar, renunciando también a que puedan instalarse armas y ejércitos extranjeros en su territorio, a cambio de un compromiso escrito por parte de Rusia de no atacar jamás y garantizar la seguridad de la contraparte.
Ucrania intentará en lo que resta de negociación retener la libertad de ingresar a la Unión Europea, mientras que Rusia ya habría aceptado que sean garantes de la seguridad de los ucranianos los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, además de Turquía, Israel, Alemania y Polonia.
También ambas partes aceptarían negociar en un plazo de quince años el estatus final de los territorios ocupados de Dinetsk, Lugansk y Crimea. Un encuentro personal entre Vladimir Putin y Volodimir Zelenski pondría el broche de oro a la negociación, allanando el paso a la firma del tratado.
¿Por qué aceptó el gobierno ucraniano términos que mantendrían su pérdida de control sobre el Donbáss y la Península de Crimea, reconfirmando y legalizando esa pérdida dentro de quince años? ¿Por qué estaría dispuesto a aceptar también la renuncia a ser parte de la OTAN? Porque sabe que el valor combativo con que logró detener el avance ruso en Kiev y otras ciudades importantes, no alcanza ni alcanzará para expulsar al ejército invasor. De tal modo, la prolongación de la guerra, aunque devastará a Rusia económicamente, incrementará la devastación que ya está padeciendo Ucrania.
¿Y por qué Rusia comenzó a actuar como si nunca hubiera estado en sus planes ocupar Kiev, obtener la rendición incondicional del ejército ucraniano y reemplazar al gobierno de Zelensky por un régimen títere manejado desde Moscú? Porque la tenaz resistencia ucraniana le dejó claro que no podrán ingresar a Kiev sin demolerla con bombardeos de saturación, como los aplicados a Mariúpol, y aún así, ocuparla las principales urbes será convertirlas en “Faluyas” eslavas, donde quedarán atrapadas en guerras irregulares de baja intensidad que anularán las asimetrías a su favor y las desangrará lenta pero inexorablemente.
Si se confirman los lineamientos esbozados públicamente para un tratado de paz, Rusia estaría renunciando también a unir el Donbáss con la Península de Crimea, llegando hasta Odessa para dejar a Ucrania sin costas sobre el Mar Negro y el Mar de Azov.
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Putin y sus generales habrían llegado a la conclusión de que deben reducir sus ambiciones y planes a retener sólo Crimea y Donbáss, al ver que hasta Kharkiv, que es una ciudad rusófona, está en el este pro-ruso del país y tiene infinidad de vínculos sociales y económicos con Rusia, le opone una resistencia feroz a sus intentos de ocuparla.
Empantanarse en una guerra imposible de ganar completamente no es una buena idea en una Rusia golpeada por sanciones económicas demoledoras. Putin sabe que, si se conforma con mucho menos de lo que buscaba, pero puede retener algo de lo ya conseguido, aún podría estar a tiempo de que Europa no corte los nexos económicos que todavía no han sido cortados, y de pedir incluso que se levanten las sanciones ya aplicadas. No será fácil, pero con un cambio drástico en la dirección de los acontecimientos, es posible.
Ni Putin ni Zelenski pueden lograr en el combate la totalidad de lo que aspiran. Eso es, precisamente, lo que da una oportunidad a negociar un acuerdo de paz.