Sería un enorme acto de injusticia y una mirada sesgada de la realidad si cuando uno hablara de música electrónica sólo lo relacionara con el “consumo de drogas sintéticas” y “excesos”. Puede ser esa una parte de la realidad y una problemática social a considerar, como bien lo dijo Hernán Cattáneo en la entrevista brindada a El Doce. Pero hacer foco sólo en eso es como si relacionáramos al cuarteto exclusivamente con disturbios a la salida de cada baile o peleas entre sus asistentes.
Del otro lado, está la música, el artista y ese público que no se encuadra entre estos comportamientos. Algo de eso se vio reflejado este sábado en la presentación del DJ número uno de la Argentina, Cattáneo. Junto a su par de Inglaterra, Nick Warren, dieron muestra que cuando se conjugan dos referentes de la música electrónica, más una puesta en escena de primer nivel en cuanto a luces y sonido y un control exhaustivo en el ingreso, la noche roza la perfección.
Las pantallas en el L con movimiento, el trabajo de los Vjs y los performers lumínicos que sobrevolaron las cabezas de las casi 10 mil personas fueron ayer algunos de los puntos altos.
La propuesta de anoche corrió los márgenes convencionales de una fiesta electrónica para acercarse más a una “experiencia”: responder a los sonidos del progressive house de los DJs, pero también entrar y salir del gran salón de Forja para experimentar un masaje, arreglarse la barba, dejarse maquillar con glitter, comprar cotillón lumínico y probar diferentes alternativas gastronómicas en los food trucks o tomar algo en diferentes ambientes armados para ese fin.
Los controles rigurosos fueron de la mano de la amabilidad y la camaradería del personal de la organización. Parafraseando el famoso dicho “lo cortés no quita lo valiente” acá podríamos decir “lo cortés no quita el control”. Pero más allá del cacheo en el ingreso, se escuchaban las consignas en un altoparlante que hacían mención a la importancia del respeto y el cuidado del otro y de uno mismo. Prevenir antes que curar, como quien dice.
La demanda de música electrónica en Córdoba es una realidad. Que cada oferta termine con final feliz en una responsabilidad compartida.