Dos realidades marcan estas décadas: el cambio climático y la Inteligencia Artificial (IA). El primero es un desafío existencial para la humanidad, mientras que la segunda contendría una posibilidad real de salvar la especie.
Los miles de estudios, ensayos y libros publicados sobre la IA podrían dividirse en dos grupos: los que vaticinan desenlaces apocalípticos y los que auguran paraísos terrenales en futuros cercanos. Pero ninguno se ha planteado una hipótesis sobre lo que podría implicar la inteligencia artificial en la lucha contra el calentamiento global.
Con todo lo publicado sobre el desarrollo de este formidable instrumento creado por la mente humana, es posible deducir que en un futuro no muy lejano podría responder sobre la mayor encrucijada de toda la historia de la humanidad: el colapso climático.
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O sea que, con toda la información científica disponible en todas las áreas que hacen a la biósfera y a la existencia del hombre y la mujer, la inteligencia artificial estaría en condiciones de elaborar un plan que resuelva la ecuación cuyo resultado, en las actuales circunstancias, es la extinción de la humanidad por las infinitas amenazas que surgirán de la alteración de su hábitat.
Con lo que se sabe sobre los alcances casi infinitos que puede tener la IA, tiene lógica suponer que en ella puede estar la respuesta salvífica.
Esa respuesta no sólo contendría lo que debería hacer la humanidad en materia de transformación de la matriz de generación de energía y de producción de alimentos y control demográfico, para detener el cambio climático antes de que haya atravesados las líneas rojas que ya está pisando. La inteligencia artificial también respondería cómo debe reorganizarse la comunidad mundial para poder aplicar el plan de salvación global.
No alcanzaría con que la IA responda qué medidas adoptar en todos los terrenos vinculados al clima y al medio ambiente, y diseñe también los instrumentos científicos y tecnológicos para revertir el efecto invernadero. Debería responder, además, cuál es la organización de la sociedad a escala global que permita librar esa batalla existencial de la humanidad. O sea, el plan de salvación de la especie diseñado por la inteligencia artificial debería incluir un diseño de sociedad y de economía mundial.
Con los niveles alcanzados tan velozmente por la IA, es fácil imaginar que dentro de un tiempo relativamente breve, esta creación estará en condiciones de brindarle a los hombres y mujeres el plan integral de salvación de la especie, deteniendo y revirtiendo el calentamiento global. Lo difícil es imaginar que los hombres y mujeres estén en condiciones de implementar el plan surgido de la inteligencia artificial.
Por caso, es posible que el plan de salvación implique reemplazar el orden mundial vigente por un orden totalmente globalizado, en términos políticos, económicos, sociales, culturales y científico-tecnológicos. El sistema internacional vigente responde a otros momentos de la historia y a rasgos de las sociedades y organizaciones políticas y económicas que nada tienen que ver con la amenaza que se cierne sobre la especie humana poniendo en riesgo su existencia.
Un sistema que no tiene que ver con los desafíos actuales es posible que no sirva para enfrentarlos. Parece claro que, si la humanidad enfrenta una amenaza que no distingue razas, religiones, culturas y fronteras, esas divisiones provenientes de otros momentos de la historia no sirven para conjurar el peligro que la acecha.
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Posiblemente, la sociedad global diseñada por la IA para la supervivencia de la especie necesite de otro orden socio-económico y otro sistema de propiedad. Un orden en el cual, por ejemplo, dejen de existir los estados, los países y la propiedad privada de los medios de producción.
Si así fuera, ¿la naturaleza humana permitiría al hombre y la mujer aplicar el plan integral de salvación, construyendo el orden mundial, económico y social diseñado por la IA?
Es posible tener un alto grado de certeza sobre la próxima capacidad de la inteligencia artificial para resolver la ecuación que tiene entre sus términos el cambio climático, la ciencia, la demografía y el orden mundial.
Lo que no es posible es la certeza de que la naturaleza humana permitirá aplicar los nuevos términos de la rediseñada ecuación cuyo resultado sería la preservación de la especie.