De momento, no existen pruebas ni indicios directos sobre la autoría de las explosiones que destruyeron la represa de Nova Kajovka. Lo que hay son razones lógicas para sospechar que fue el ejército ruso el que provocó la gigantesca inundación en las riberas del río Dniéper.
La principal de esas razones lógicas es que su efecto inmediato en el curso de la guerra es la obstrucción a la tan anunciada contraofensiva ucraniana. El extenso territorio que quedó bajo las aguas constituye el paso por el que, teóricamente, se disponían a avanzar las fuerzas militares de Ucrania que intentarían reconquistar Crimea desde la yugular que une la península con el resto del territorio controlado por los rusos, alcanzando las costas del Mar de Azov.
La esperada gran contraofensiva podría comenzar en algún otro punto del mapa, más al norte, pero inmediatamente se produciría el avance de Oeste a Este, porque sin ese avance hacia Crimea desde el sur del río Dniéper, no hay ofensiva a gran escala. La zona que inundó la destrucción de la represa de Kajovka es un paso obligado para una operación en gran escala como la que viene anunciando Kiev. De tal modo, la consecuencia inmediata de lo ocurrido es el retraso en varias semanas de la contraofensiva ucraniana.
+ MIRÁ MÁS: El incendio europeo que puede encender Kosovo
Otra razón lógica para sospechar que Rusia produjo esta catástrofe, es que la represa destruida estaba bajo su control. Ergo, sólo los rusos tenían acceso a ese punto del dique que se desmoronó. Y la primera explicación de Moscú no fue culpar a un ataque o sabotaje ucraniano, sino decir que el derrumbe del dique se produjo por el mal estado en que se encontraba.
Que un grupo ucraniano de sabotaje haya podido llegar hasta la represa para detonarla, mostraría vulnerabilidades inmensas en las defensas de las áreas que controla Rusia. Por cierto, no sería la primera vez. Con un camión cargado de explosivos, en octubre del 2022 los ucranianos destruyeron un tramo del puente que une Crimea con el territorio continental ruso, sobre el estrecho de Kerch.
La diferencia es que el extenso puente que había inaugurado Vladimir Putin en el 2018 no está en el frente sino en la retaguardia, donde las medidas de seguridad son más relajadas. Pero la represa de Kajovka está en la línea de contacto, por lo tanto cada metro de ese paso de tanto valor estratégico se supone custodiado por el ejército ruso.
La otra razón que pone la sospecha más del lado ruso que del ucraniano, es que lo ocurrido golpea de manera demoledora la producción energética de Ucrania, y eso es lo que Rusia lleva meses procurando a través de bombardeos a centrales eléctricas.
La más perjudicada por este golpe a la producción energética es Ucrania. Por lo tanto, sin que pueda descartarse totalmente, es difícil pensar que fue una acción de sabotaje perpetrada por los ucranianos la que ocasionó este desastre ecológico que dejó bajo el agua a centros urbanos de ambas costas del Dniéper.
No puede descartarse una acción ucraniana, porque están llevando a cabo complejas acciones de sabotajes, como el ataque al gasoducto Nord Stream 2 en el lecho del Mar Báltico. Podría existir un sofisticado plan estratégico que justifique sospechar de Ucrania. Pero lo que salta a la vista de inmediato es una conveniencia para Rusia: obstruir con un muro de agua la vasta operación de contraofensiva que lleva tiempo preparando Ucrania.
Las inundaciones provocadas han sido siempre un instrumento para contener ofensivas. Las aguas del Mar Rojo detuvieron al ejército del faraón que perseguía a los judíos que huían de la esclavitud en Egipto. Moisés. Más allá de la leyenda bíblica del milagro, está la posibilidad cierta de que Moisés haya conducido a los liberados por una zona transitable cuando la marea baja, mientras que el ejército que los persiguió quedó atrapado por la marea alta.
Provocar inundaciones ha sido siempre usado militarmente, sobre todo en estrategias defensivas, o sea para detener avances enemigos. Eso se hizo en la China del siglo XVII con el río Huang He (Amarillo) en la guerra entre la dinastía Ming y los manchúes. Las aguas del mismo río utilizó para inundar vastos territorios Chiang Kai Shek en 1938, para detener una ofensiva japonesa desde el territorio que el imperio nipón ocupaba y llamaba el Manchukuo.
+ MIRÁ MÁS: De Brasil a Turquía, sigue el blanqueo de Maduro
Los holandeses recurrieron a las inundaciones para enfrentar los avances de España en el siglo XVI y del ejército francés que envió Luis XIV cien años más tarde. Y Stalin ordenó destruir el embalse de Istria para que una inundación detuviera al ejército alemán que avanzaba hacia Moscú en 1941.
No siempre es para frenar ofensivas que se recurre a la inundación. Los bombardeos aliados destruyeron en 1943 las represas en la cuenca del Ruhr para que se inundaran las acerías y las fábricas de armamentos que había en esa región de Alemania. Pero la regla es que se provoque inundaciones para detener ofensivas que se consideran poderosas.
Rusia no parecía estar preparando ofensivas para avanzar desde la zona que controla en el sur, hacia el oeste. Odessa es una de sus metas, pero de momento la considera inalcanzable.
Los cálculos estratégicos señalan que eran los ucranianos los que se disponían a lanzar una gran operación contraofensiva en la región que ha quedado inundada. Y esto fortalece la sospecha de que fueron manos rusas las que destruyeron la represa de Kajovka.