El Gobierno logró frenar la escalada del dólar el domingo y, es más, logró que baje 60 centavos. Para eso, se implementaron una serie de medidas y anuncios que apuestan drásticamente a secar de liquidez la economía: se buscará tentar a los tenedores de Lebac para que las canjeen por un título en dólares a un año de plazo; se obligó a los bancos a subir tres puntos los encajes bancarios, lo que supone quitar otros 60 mil millones de pesos de liquidez y siguen altas las tasas, al 40 por ciento.
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Eso supondrá un enfriamiento letal de la economía: no habrá plata. Si no hay plata para comprar ni contratar algo, la suba de precios no será demasiado posible, porque quien vende necesita de liquidez para pagar sus sueldos y sus gastos fijos, entonces resigna rentabilidad con tal de que se mueva la rueda.
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El problema es el desconcierto. Nadie sabe dónde termina esto, si esta escalada será la última del dólar o tendremos algunos saltos más. En el mientras tanto, la economía todavía no se acomodó siquiera al dólar de 25 pesos, por lo que recién estamos viendo el pase a precios. Combustibles, gas, luz, ciertos alimentos, construcción, viajes al exterior y autos serán los más afectados. Tanto por los aumentos como por la “era de hielo” en la que entra la economía.