Lo complicado viene cuando hay que pagarlos, sobre todo si vivís en la Argentina, donde cada dólar ronda los 46 pesos.
Pero más aún cuando en medio de una crisis que no afloja, seremos nosotros, todos los argentinos, los que nos tendremos que hacer cargo de esta inmensa deuda que surgirá cuando finalmente el CIADI, el tribunal arbitral del Banco Mundial, diga que no hay más tu tía y que nuestro país tendrá que pagar la indemnización por la desastrosa estatización de Aerolíneas Argentinas dispuesta por Cristina Elisabet Kirchner y sus adláteres.
Fue uno de los tantos desatinos populistas que se cometieron durante su gobierno. Uno de los tantos datos incontrastables de la pesada herencia que recibimos en 2015.
La excusa era que había que recuperar a la "empresa de bandera" y volverla a sus épocas de gloria. Para peor AA cayó en manos de "La Cámpora", en la figura de Mariano Recalde y el resultado catastrófico fue que comenzó a tener un déficit de más de 3 millones de dólares diarios.
La mayoría de los sindicatos aéreos -todos aliados de Cristina, por supuesto- nada dijeron. Podían actuar a sus anchas y sin que nadie se atreviera a tocar sus privilegios.
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Aún hoy, después de todos los ajustes que se hicieron con la nueva gestión, Aerolíneas sigue siendo deficitaria. Este año, en todo el año, perderá unos 25 millones de dólares.
Cuesta muchísimo remontar una empresa que estaba al borde de la quiebra y donde los sindicatos, por razones políticas, aprovechan cualquier resquicio para hacer un paro y dejar los aviones en tierra, con miles de pasajeros varados en los aeropuertos.

Lo que más indigna es que difícilmente los irresponsables que cometieron semejante tropelía paguen sus culpas. Al revés de lo que pasó en España, donde los empresarios que provocaron la desaparición de Aircomet fueron a la cárcel acusados de estafa.
Difícilmente los irresponsables que cometieron semejante tropelía paguen sus culpas.
Se me ocurrió que en Noticiero 12 pusiéramos al aire un simple cálculo: dividir los 320 millones de dólares por los 44 millones de argentinos y a esa cifra multiplicarla por la cotización del dólar: haciendo precio, en números redondos: 6.400 pesos por cada uno de nosotros.
La reacción de la gente con la que converso habitualmente en la calle me sorprendió. Es que el dato, simple, contundente, es fácilmente asimilable.
¿Por qué? Porque te hace ver que nos han metido la mano en el bolsillo. Porque es una cifra enorme para el ciudadano común.
Ciudadano común que muchas veces, cuando llegan las elecciones vota con el bolsillo.
Sería bueno que ese votante, que hoy no llega a fin de mes, entienda cuando esté frente a la urna quiénes han sido los que le metieron la mano al bolsillo.